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iko

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  1. Thanks
    iko reaccionó a Profe tumbero en Yuri sexy sabor / viva avisos   
    re: Yuri colombiana de sexy sabor / viva avisos SUPER DANGER
     
    En el wasapp usa las fotos de esta piba, que debe trabajar junto a ella. Aviso porque encima te pone fotos truchas. Hasta eso. Lo mismo con las fotos de viva avisos. No es ella.
     
    http://www.sexysabor.com/maka-15-2378-0675/
  2. Thanks
    iko reaccionó a Profe tumbero en Yuri sexy sabor / viva avisos   
    Ayer, hace un rato, acabo de cometer la idiotez más grande como gatero. Tal vez no sea la más grande, pero si una de las más grandes.
    Sé que no debiera escribirla ahora, que debiera meditar, para evitar caer en comentarios peyorativos o injustos.
    No obstante, arranco con mi mea culpa. Hoy cometí una de las idioteces más grandes que un gatero puede cometer.
    Desde hace varios días entablé contacto con Yuri la colombiana de viva avisos. La señorita publica en
    http://servicios-eroticos.vivavisos.com.ar/escorts-masajistas+micro-centro/yury-colombiana/132991202
    http://www.sexysabor.com/yuri-15-3819-7473/
    El sábado me ofreció un servicio de 1300 la hora y media. Pretendía 200 pesos más de remis, por un encuentro. Esta cifra se me iba de escala. Desistí por la cuestión económica.
    Sin embargo, me ofreció una compañera de nombre Maka por 700 pesos que se ubicaría por Palermo. Ante la posibilidad que fuese la Maka que publica en sensual baires (o que lo hacía en baires), le planteé que tal vez la conocía (aunque sabía que ella no cobra ese dinero). No era, ella me mandó fotos de su amiga y me dio a entender que la conocía a Maka de baires hablando pestes. Pestes en serio y dándome la pauta que efectivamente la conocía (conoce su nombre y apellido verdaderos). No arreglamos para ese día.
    El lunes me manda unos mensajes por wassapp que me quería conocer. Me informa que estaría en Palermo en la calle Jufre al 8$. Combinamos a las nueve y ahí fui a cometer la idiotez más importante de mi vida como gatero.
    Llegué unos minutos, menos de cinco, pasados de la hora. Toqué, me atendió alguien con acento colombiano (no suena a caleña) y bajó a abrirme. Ella, flaca y longuilinea. Pelo recojido, tez trigueña, algún tatuaje en el brazo derecho (tenía puestas mangas cortas), se quejó del frío, pantalón ajustado, cabello largo negro, cabellera no muy abundante y con el peinado (pelo recogido) le quita sensualidad (cosas que no entiendo de minas que laburan de esto que no se dan cuenta lo importante aún que es el impacto visual); entré. Entré en la trampa que yo, con la ayuda de la niña, me cree.
    Subimos hablando como si fuéramos amigos de toda la vida. Riéndonos, maravilloso. Adentro seguimos la charla. Charla propuesta por ella y seguida por mi. Charla llevada por mi a la cual ella respondía.
    Entré al cuarto. En realidad es un depto que obra como PV encubierto. Ambiente amplio con separadores. Ambiente impresentable. Colchón de cuna tirado en el piso, desvencijado, cubierto por una sábana, que a pesar de mi muy mala vista y la luz mortecina, se notaba absolutamente roñoso. Almohadas varias, en condiciones similares.
    Camilla de las que usan las Masajistas Sensuales, de superficie rugosa, sin sábana sobre ella. Menos roñosa que el colchón de cuna impresentable que se encontraba tirado en el piso. Fui dejando mi ropa sobre la camilla. Era eso, dejarla sobre esa mugre de colchón o, dejarla tirada en el suelo. Eso lo hice una vez hace muchos años en un PV de Recoleta y salí con tantas pulgas que me morfaron vivo y, nunca más. El que se quema con leche ve un camión de la Serenisima y llora.
    La charla siguió, que era lo único bueno del ambiente. La señorita, agradable, más no sexy, de una gran simpatía que era lo único bueno que porta. La simpatía arrolladora de ella; el resto, olvidable –o no-. Y digo que no es olvidable, porque uno paga por esto. Y acá entro en cuestiones que pueden lindar la violación de las reglas del foro. Motivo por el cual pido disculpas, tratando de hacer en un sentido que sirva para los colegas , aunque algunos sé que no van a estar de acuerdo. Hace poco subí la XP con Melanie, ella es preciosa y cobra 600 pesos la hora. Las instalaciones, cama, condición de higiene, baño, privacidad, son de correctas a buenas. Insisto por 600 pesos la hora. Acá, son 1300 pesos. La chica si bien linda no es Melanie. Melanie es preciosa y dulce. Esta es una chica normal, agradable en el trato, pero, pero; sigamos.
    No hay puerta que limite el cuarto, hay una tela transparente que pende a modo de cortina. La tela no llega al suelo, faltandole como un poco más de medio metro para esto. Hay un colchón de cuna tirado en el piso, no hay cama, hay una camilla con un tapizado rústico, no hay condición de higiene, no sé el baño, no hay perchero. Insisto, son 1300 $. Acá hay colegas, amigos entrañables, que no están en condiciones físicas de montarse sobre una camilla de morondanga para estar con una chica. Y mucho menos tirarse al piso, sobre un colchón de cuna, vencido, desvencijado y absolutamente mugriento. Y conste que me refiero pura y exclusivamente a las condiciones físicas, porque considero que ninguno de nosotros estamos en condiciones de pagar 1300 pesos para ser sometidos a esa suerte de maltrato. Ningún forista. ¿Se entiende?
    Y como ella no decía nada, seguimos la charla. Nos fuimos poniendo en bolas y comenzó el juego del gato y el ratón ¿Qué dice profe? ¡No se entiende! ¿Besos de novia? ¿Dónde? ¿A quién? Fue a buscar caramelos. Trajo uno. Uno, si uno, prueba de la miserabilidad y tacañería absoluta. Eso sí, lo pelo y me lo encajo. No fumo y por la calle, había venido comiendo las cherry halls para el aliento. Seguimos a los besos esquivos y me sale con “te quedan tantos minutos porque atrás tuyo tengo pegado a otro man (hombre)”.
    Y ahí, me sentí miserable. Miserable por haber caído en la trampa que es más vieja que andar de a pie. Miserable porque siendo un tipo grande, había tratado de ser amable brindando una charla para romper el hielo con una chiquilla que bien podría ser mi hija. Miserable porque no la traté como un miserable. Miserable porque sabía lo que venía a continuación.
     

    ¿Me lo tendrías que haber dicho?
    Se me pasó.
    Bueno, me visto y vengo cuando este man se vaya.
    ¿En serio vas a hacer eso?
    -Claro mija, por usted, hasta el fin del mundo. Cuando vuelva a las doce, te pago.
    No, porque nosotros ya estuvimos.
    Nosotros no estuvimos; mirá. – Y le mostré que aún estaba en bóxer y ella con su tanga, parados entre la camilla rústica y el colchón mugriento.
    Acá no importa, el tiempo te lo dí. Si charlamos o si estuvimos juntos, da igual.
    ¿Me pretendés cobrar?
    Si
    ¿Y si vuelvo más tarde?
    Son otros 1300
    ¿Qué?
    Claro.
    ¡Son 2600 pesos nena!
    ¿Acaso yo no los valgo?
    No se trata de que los valgas o no; se trata de si los tengo o no.
    Ah, claro. Lo siento.

    De haber tenido 20 años menos, tendría resto físico para hacer lo que cualquiera de mis colegas harían. Si bien estaba erecto, la habría puesto en cuatro y le habría dado murra sin asco y consideración para acabar en tiempo récord. Yo no puedo, demoro demasiado en acabar por temas de la próstata. Para ese momento, la charla monetaria me había echo subir la presión. La situación se me había vuelto lastimosa y humillante para mi dignidad de hombre y persona. Tal vez ella no se haya dado cuenta o, quizá peor, no le importe; la situación también era humillante y denigratoria para ella. Mucho más para ella. Sabía que entrar en un touneé de forcé para acabar en minutos, me podría afectar a la salud. No se trata de morir ni de amor, pero mucho menos por una calentura y muchisimo menos para sacarme un polvo de capricho. Bajé la vista, juré tratar de no abrir la boca, porque así como conozco mis limitaciones físicas, también sé de mi genio y lo absolutamente cruel e insultante que puedo llegar a ser; eso, de no calarme, terminaba mal. Tal vez ella se merecía mi crueldad; yo no. Yo tampoco me merezco problemas de gratis. Yo ya perdía 1300 pesos, no quiero perder más. Ella ganó 1300, pero va a perder inmensamente más. Ella, sin saberlo, perdió mucho más.
     

    Me voy. - Señalé.
    Bueno. ¿Y las arepas? (la había invitado a comer ese plato típico de Colombia)

    Que difícil son manejar de manera apropiada determinados momentos. Levanté la vista, la miré sin decirle nada y juro que un malón de frases hirientes tomaron por asalto mi cabeza. No sé si mi rostro se encendió y le dio alguna señal de alarma. O tuvo un raptus de sensatez y optó por callarse.
    Me vestí, le di el dinero.
     

    Contalo.

    Lo tomó y lo contó varias veces, como si yo fuera de esa calaña. Como si mi miserabilidad como persona llegara a los extremos de cobrar por algo que no brindé. Como si fuera alguien que promete un servicio que no da. Yo me sentía miserable, pero no lo soy. Esa es una diferencia sustancial. Una cosa es sentirse una mierda; otra muy diferente es ser una mierda. Puede parecer lo mismo para el que no entiende nada; para el que fue bien criado, sabe entender las diferencias.
     

    Está justo. - Respondió.

    Asentí con un gesto. Opté por callarme, porque la cabeza me latía de manera furiosa. La presión estaría por las nubes.
     

    No sabés como me siento.
    Me alegro. – Respondí, cortando la frase, para no seguirla.
    ¿Por qué dice eso? – Preguntó la niña.

    Volví a mirarla detenidamente, presa de la furia. La tomé de un brazo y le dije:
     

    Se te hace tarde y tenés que ponerte linda para el siguiente. Me quiero ir. Ya no tengo nada más que hacer.

     
    Me fui en silencio. No la miré. Creo no haberla saludado. No lo recuerdo. Tal vez le haya musitado algo; pero era tal la indignación, que traté de borrar esos recuerdos.
    Y cuando llegué a la calle, le escribí dándole las gracias porque ella era mi regalo de cumpleaños. Mi auto regalo. Me dio de baja del wasapp. Me dio otro gesto de miserabilidad.
    Curioso, ella trata de ladrona a Maka de baires. Ella jamás se comportaría con un cliente de esta manera vil, artera y ruin. Creo, que jamás robaría cobrando por algo que no brindó.
    Al menos me salvé de sentarme en un miserable colchón de cuna desvencijado y roñoso.
     
     
    Listo, ya estoy para la mofa y el escarnio. Lo más fácil habría sido no ventilar nada, pero creo que lo mejor es decirlo. La información sobre las instalaciones, creo, son de suma importancia para el resto de los colegas para no caer en esa infame trampa.
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