Invitado Pepe Lui Publicado 22 de Marzo del 2010 Reportar Publicado 22 de Marzo del 2010 El boliche queda en la calle Vicente Lopez, muy cerca de Brut. La primera XP corresponde al año pasado, una noche de invierno que quién sabe por qué andaría dando vueltas por el lugar y se me ocurrió meterme en Sodoma. Buen ambiente, es lindo cuando es de madrugada, hace frío, hay poca gente en la calle y como en el tango ves luz y entrás. El boliche tiene dos niveles, pero el que está habilitado para tomar algo y donde está toda la gente es abajo. Cincuenta pesos la entrada con dos consumiciones, y unas muy lindas nenas para elegir. Se me acercaron varias para hablar (no es de esos cabarutes donde las minas se quedan con cara de orto mirándote desde lejos, como midiendo en silencio cuánta guita estás dispuesto a gastar, antes de acercarce. Aquí te encaran, no a lo bestia pero te encaran), aunque ya desde lejos me llamó la atención una rubia monumental, pelo muy largo enrulado con un vestido ajustadísimo que revelaba un orto impresionante y muy comible (disculpen la poesía) que dejaba casi al descubierto dos tetas que, lo sabía, serían mi perdición. Tras breve charla me enteré que la mina se llama Isabel, es paraguaya y, el dato mas importante de todos, su copa vale cien pesos si la tomamos en la sala, y doscientos si la tomamos arriba, en el lugar que mencioné al principio que no estaba habilitado, y que justamente está deshabilitado para permitir cierto tipo de lujurias y descontroles que las normas de civilidad no permiten en el piso de abajo. - Te puedo hacer lo que quieras arriba - me aclara la rubia, mientras repasa con su lengua el borde de la copa -, claro, eso a cambio de una propinita que me tenés que dar -, aclara, como si hiciera falta, apretándo las tetas que ya se le salían del escote contra mi pecho. Los pezones estaban al alcance de la vista, por no decir de la mano, y entre el alchohol ingerido y el calor mi capacidad de discernimiento y de autocontrol habían descendido a cero. - Una propinita.., de cuánto? - pregunté, en un hilo de voz. - Cien pesitos, no es mucho. No, no era mucho y además en el estado en que estaba (yo, y ella) aunque me hubiera pedido mas temo que también se lo daba. El reservado de arriba, por así llamarlo, hace recordar a esas películas de gangsters cuando el héroe o el malo de la película se queda solo con la chica en el salón abandonado. Las sillas y las mesas están todas en su lugar, el ambiente es grande (imagínense que ocupa toda la superficie de lo que es el salón de abajo) y todo está limpio y ordenado, pero vacío. Confieso que nunca había cogido en un lugar así, y no dejaba de ser mucho mas exitante que hacerlo en un telo. La rubia empieza por sentarse encima mío y yo no tardo en bajar ese escote que me tenía loco y hundirme en sus tetas. Hecha, pero qué bien hechas! Lindísimos pezones, que se ponen duros al instante al contacto de los dedos y la lengua. La mina besa, y besa muy bien. Por el aliento me doy cuenta que ha bebido bastante, ella también, pero no me molesta. Es mas, me excita (a esta altura me excitaba todo, un caracol caminando por el borde del respaldo creo también me hubiera excitado). Tiene zapatos de tacos altos y medias de nylon, y yo deslizo las manos por sus piernas y termino de sacarle el vestido. Isabel, que así se llama, se pone de rodillas y empieza a hacerme un pete sin que me pone a segundos del estallido. Logro controlarme. La tiendo de espaldas sobre el asiento y empiezo una almejeada que no creo que simule, la hace acabar. La mina está recaliente, y yo ni les cuento. Busco el globito que tan gentilmente nos había traído el mozo cuando me llevó la copa (¡?), encapucho y a darle. Primero en la posición en que quedó Isabel, de espaldas sobre la banqueta, y después ella sentada encima mío en un frenesí que no exageraría si llamara apocalíptico. Creo que la mina terminó otra vez, yo acabé como si fueran las cataratas del Niágara. A esta altura estábamos los dos sudados y más en pedo de lo que habíamos estado antes. Basta decirles que los próximos diez minutos los pasamos buscando un zapato de Isabel que reslutó estaba a quince centímetros del asiento. Bueno, disculpen lo extenso. En el relato de la próxima XP en Sodoma, que fué apenas hace unos meses, trataré de ser mas breve.
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