Miembro fdiablito Publicado 4 Diciembre Miembro Reportar Publicado 4 Diciembre Bueno, esto paso hace unas semanitas, en octubre. Como ya nos conocemos bien, coordinar es simple: un par de mensajes, y listo. Quedamos para ese viernes, tipo ocho de la noche, en su departamento nuevo. Antes estaba por Niceto Vega; ahora en este, con un recepcionista que apenas pregunta y te deja pasar. Mientras subÃa, el ascensor se deslizaba suavemente, llevando consigo esa tensión familiar que ya se habÃa vuelto un ritual. HabÃa cambiado de apartamento, sÃ, pero la promesa de lo que me esperaba seguÃa siendo la misma, quizá intensificada. Al abrirse las puertas, fui recibido por una sinfonÃa de aromas: el olor neutro y pulcro del departamento nuevo se mezclaba con un perfume delicado y, por debajo de todo, esa fragancia única y excitante de ella. Fue un golpe sensorial, la bienvenida perfecta a lo que venÃa. Esta vez, ella me recibió con ropa casual, simple, que sin embargo, no hacÃa más que resaltar su figura explosiva. Esos ojos hermosos, esa boca exquisita, el pelo siempre perfecto. Es petisa, lo que me fascina; un envase pequeño que contiene todo el fuego del Caribe. Su voz, esa tonadita venezolana meliflua y sensual, me desarma y me transporta a un limbo erótico. HacÃa unas cuantas semanas que no nos veÃamos, asà que charlamos un rato de la vida. Luego, sin apuros, comenzamos con unos besos tranquilos que rápidamente encendieron la mecha. Ella sabe besar, con una pasión que te absorbe. Mimos, caricias en el cuello, en la espalda... Fue ella quien me tomó de la mano, guiándome a la habitación. Un espacio amplio y cuidado, con el vestidor y el baño adyacentes, el escenario perfecto para la intimidad. Necesité un instante. Ella me soltó y fui al baño para un último chequeo (suelo prepararme en casa, directo a la acción) y para relajar un poquito la respiración que ya se aceleraba. Cuando salÃ, ella se deslizó en el vestidor, pulcro y ordenado. SabÃa lo que venÃa: el clÃmax visual. Iba a realizar su cambio de vestuario, la promesa sensual que me preparaba para lo fÃsico. La espera de ese momento, sabiendo el bombazo que iba a salir de ese cuarto, me tensó aún más de anticipación. Y entonces apareció. El aire se cortó. Salió del vestidor con un conjunto de lencerÃa que era una maldición y una bendición. Una combinación de negro y bordó, un tejido de encaje que apenas velaba lo esencial. El corpiño, firme y seductor, sostenÃa esos dos manjares, sus pechos operados con una perfección que desafÃa a la naturaleza. Son redondos, turgentes, esperando ser besados y mordidos. Abajo, la tanga era la mÃnima expresión de tela, un hilo que apenas tapaba su sexo. Pero la vista desde atrás... ¡Dios mÃo! Enmarcaba su cola grande, carnosa, redonda y perfecta. Es la retaguardia que implora ser acariciada y nalgueada con suavidad, para sentir su rebote entre las manos. Su cuerpo es la fantasÃa hecha carne, todo lo que uno sueña condensado en ese envase explosivo. Me quedé clavado, sintiendo cómo la sangre me hervÃa. Cada vez que la veo en lencerÃa, siempre es un conjunto diferente y siempre consigue que mi mente explote. Ya no habÃa charla, solo lujuria desatada. La agarré, acortando la distancia con un hambre voraz, besándola como si no hubiera mañana. Sus manos viajaron a mi cintura, atrayéndome con una fuerza decidida, mientras las mÃas se distraÃan, apretando y acariciando a partes iguales su cintura y las curvas de su cola. Y luego vino el Oral Magistral. Se arrodilló. Su cabello, castaño oscuro y ondulado, caÃa suavemente como una cortina sobre sus hombros, mientras me tomaba con una dulzura perversa. Nadie, jamás, me ha hecho sentir tanto. Su técnica es un arte: una montaña rusa de succión, lengua audaz y besos húmedos. Usaba la saliva de forma experta, creando un calor resbaladizo, mientras sus manos, ¡un uuffff aparte!, se movÃan con una destreza que hacÃa temblar cada nervio, llevándome hasta el borde del abismo. Cuando estuve a punto de la explosión, la detuve, tirándola hacia mà para fundirnos en unos besos profundos, húmedos, para "relajar" un instante antes de continuar. La tomé en mis brazos, la llevé a la cama, y allà comenzó el verdadero fuego. Su piel suave bajo mis manos, la caricia de su cola carnosa bajo mis palmas, que sigo palpando y acariciando con avidez mientras la posiciono sobre la cama. Toma el preservativo, que coloca con una técnica rápida y tranquila; un gesto que, lejos de enfriar, sólo acelera el deseo. Y de ahà arrancan una serie de poses, ritmo y lujuria desenfrenada. Sintiendo sus pechos rebotando con cada embestida. La agarro de la cadera, marcando el ritmo, mientras sus gemidos con acento venezolano se mezclaban con el ruido de nuestros cuerpos chocando, un crescendo de placer que no tiene lÃmites. Todo fluye entre nosotros con una quÃmica que parece trascender. Nos conocemos, nos reconocemos en este juego de piel y deseo, y el tiempo se detiene. No mira el reloj, no hay prisa, solo concentración total en el placer mutuo. Cada encuentro es tan espectacular como si fuera la primera vez. El final nos atrapa y terminamos rendidos, respirando el aire espeso y dulce del sexo bien hecho. Luego de pasar ambos por el baño, nos quedamos un rato más abrazados en la cama, charlando, sin ganas de que terminara tan espléndida noche, pero... Me costó mucho escribir este encuentro, porque me cuesta ser objetivo cuando no encuentro nada que me baje a tierra y, además, como se habrá notado, esta mujer me vuela la cabeza. Pagué el precio sin pestañear porque vale cada peso invertido. Y lo mejor es que, cada vez que la visito, tengo la certeza absoluta de que será la mejor experiencia que jamás haya tenido, siempre superando a la anterior. Asà que... Link: https://argentinaxp.com/aitana/ 1 Citar
Publicaciones recomendadas
Unirse a la conversación
Puedes publicar ahora y registrarte más tarde. Si tienes una cuenta, conecta ahora para publicar con tu cuenta.
Note: Your post will require moderator approval before it will be visible.