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Alma. Clarinete. Tristísima.

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Rigoletto

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Amicci,

 

Hacía mucho que no publicaba. Estoy medio retirado de las pistas. Así que este va a ser un post largo, motivado tal vez por el óxido en los dedos, luego de tanto tiempo sin poner nada acá. Sepan disculpar.

 

Como mi masajista sensual de cabecera (200 mangos por 45' de masajes sensuales muy buenos más un poquitito de reiki, sin relax) desapareció a punto tal de que se la tragó la tierra (llamo y el teléfono del lugar ni siquiera me da como número en servicio) rumbeé para otros lares.

 

Husmeando en el Clarinete, encontré el aviso de Alma. El teléfono después sabrán por qué me lo olvidé. Igual no se preocupen, publica el aviso todos los días. Llamé, y me atendió super copada por teléfono, divina total...y me dijo que me pasaba 300 la hora de masajes. El resto se podía charlar.¿La zona? Viamonte al 800.

 

Llego al departamento, y me hacen pasar a una habitación con camilla (chiquitita), camita (chiquitita) y sillita (chiquitita). Me sentí medio Gulliver en el país de los enanos. Aclaro que mido más de metro noventa, así que imagínense.

 

Primer punto a favor. Aire acondicionado. El baño del consultorio es en suite, dentro de la habitación, como plus a ese punto. Como estaba recién bañado, solamente usé el lavatorio para lavarme las manos (iba a tocar mercadería así que tenía que tener las manos y la herramienta impecables). Primer punto en contra: jabón líquido rellenado (conozco la marca, y lo que había dentro del envase no era ese); olor a detergente espantoso del jabón líquido. Toalla mínima para higienizarse. Creo que una de las que se usan para limpiarse el culo eran más grandes. Segundo punto en contra: canilla rota (abrís y no podés cerrarla después), botón que perdía. Orificio de bala en la puerta de madera del baño. Anticipo de lo que vendría, o preludio de que la experiencia iba a ser heavy, y no precisamente por lo buena. Pero como uno es un calentón, no le presta pelota a esos detalles, hasta que es demasiado tarde. Ni bien salí del baño, le comuniqué lo que había encontrado en el baño a la terapeuta, como para que la flaca tome nota y por lo menos avise así alguien corrige el punto. Creo que si le hubiera recitado los números de la quiniela hubiera sido lo mismo. Ni pelota.

 

La niña en cuestión, pasa a ser descripta en este preciso momento. Flaquita, veintipiquito. Cara de nena, con decirles que la miré bien como para sacar cuentas y no estar cometiendo un delito. Pendejita, como la que podés encontrar en el microcentro o atendiéndote en un maxikiosco de cualquier esquina. Morocha, con extensiones bastante desprolijas. Piercing en la boca y la ceja. Boquita linda. Shorcito de jean y musculosa. Tetitas hechas. Una auténtica wachiturra. Pero bonita, eso si. Así que no presenté queja no objeción. Por supuesto que apenas la escuché me di cuenta que no era la que me había atendido por teléfono, y que su onda distaba mucho de lo que había sido la negociación telefónica.

 

Segundo punto a favor. Coloca papel en la camilla. Y ahí empiezan los masajes. Los mismos fueron una serie de maniobras desganadas, a punto tal que en un momento la mina me masajeaba la espalda con una sola mano. Como si me pasar ale mouse de una computadora por la espalda. Puntazo en contra. Tercero, cada veinte segundos me pasaba la crencha de las extensiones por la espalda, la cabeza, los ojos y las orejas. Sumado al calor de la faena, ya me hinchaba soberanamente las pelotas.

 

En un momento paró, porque se le acabó el aceite, y salió a buscar más. Volvió. Yo a esa altura me debería haber vestido e ido a la mierda, pero en fin...Sigamos.

 

Vuelta con más aceite (que no sé para qué carajo lo usó, porque me raspó las piernas usando las manos y casi nada de aceite), continuó el masaje. Me pidió que me de vuelta, y ahí sin decir "agua va" peló tarifario. $350 del masaje (no eran 300?) más $150 por el servicio completo. Acepté el completo porque ya estaba en el baile, y de puro curioso nomás. Se desvistió más rápido que lo que tardo yo en desabrocharme el cinturón, y ahí el cuerpo que vi me pareció hermoso. Un culito que es un poema, con un tatuaje tribal en la cintura. Tetas hechas, pero suaves al tacto. Obvio que para no ser de otra forma, la cagó con la actitud de muñeca mecánica. Picos, besos? qué es eso? Gimió durante una fracción de segundo, no sea cosa que se desgañite la garganta al hacer algo. Me dio la espalda para que yo la apoye, se agarró una teta con mi propia mano (como si yo no supiera de dónde agarrarme), creo que con la secreta esperanza de calentarme más. Si me hubieran pasado un soplete por la entrepierna hubiera sido más efectivo. Finalmente, calzó pilotín sobre mi verga desganada y a medio parar, y pegó un par de chupadas. Creo que tomando mate hace un mejor trabajo que propiciando sexo oral a un tipo.

 

Sin decir ni mu se tiró en la camita, se abrió de piernas y me invitó con un gesto telepático (porque no hizo ningún puto gesto ni articuló palabra alguna) para que me la coja. Ya resignado me dediqué a almejearla un poco. Y ahí vino el último punto a favor. Almeja impecable, sin olor, depilada. Y la pendeja se moja. Como creo que se calienta en serio, me apartó al toque (supongo que para no entusiasmarse, no sea cosa que rompa la rutina desabrida y pobre de su servicio), le bombeé un par de veces y acabé como pude.

 

Terminada la faena, o como quiera que se llame a eso, le pedí bañarme. "La ducha no anda", me dijo. Me ofreció pasarme una toallita con gel. Me pasó una toalla por la espalda, como si estuviera pasando una amoladora por una pared. Ya a medio limpiar, me terminé de higienizar en la pileta del baño, dejé la canilla perdiendo agua ( a esa altura me importaba tres mierdas todo). le aboné los 500 mangos y me fui.

 

Al llegar a la puerta del departamento, como si fuera la empleada de un local de comidas rápidas me arrojó un "hermoso!, chau, cuidate. Volvé cuando quieras"

 

Confieso finalmente que bajé todos los pisos del edificio por escalera, a ver si se me pasaba la mufa. Entre que llegué y me fui, pasaron menos de 45 minutos.

 

Tablita: Se las debo. Con lo que conté, no creo que valga la pena.

 

Lo peor es que al día de la fecha mi masajista de cabecera (Maipú al 200, también publicaba en el gran diario argentino, tatuaje en el brazo izquierdo, flaquita divina y buena onda -si alguno sabe dónde mierda fue a parar me avisa?-).

 

Muchachos, mi humildísimo consejo es que sigan de largo.

 

Abrazo a tutti.

 

Rigoletto

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