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Con la paraguaya Romina, de Madonna, una adicción irremediable.

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el pampero

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Con la paraguaya Romina, de Madonna, una adicción irremediable.

 

Anoche, viernes 23 de Noviembre de 2012, madrugada de hoy, sábado, me junté a cenar con un amigo pirata, Daniel, soltero como yo, con quien habitualmente voy a Madonna, “el Templo”.

 

Finalmente, tras degustar un rico champú, decidimos ir al cabaret Madonna, sito sobre la Avenida Pueyrredón 1070, casi esquina Paraguay, en Barrio Norte.

 

Una vez arribados, tipo 02.45 horas, cada uno pagó los $ 120 de la entrada, y a cambio, nos dieron un champagne Chandon Extra Brut. Acto seguido, nos sentamos en el fondo del salón, cerca de los baños, desde donde observamos el panorama reinante.

 

Estaba bastante animada la noche, había varias chicas, y algunos clientes sentados en los reservados, pero la sensación es que había más gente de la que creía, teniendo en cuenta el feriado del fin de semana largo.

 

A primera vista, la vi a Romina que salía con un cliente; a Laurita, la hermana, sentada en un reservado; y a Cintia, charlando con unas chicas. Mi amigo preguntó por la uruguaya Vicky, pero estaba en su país, por esta semana.

 

Casi una hora después, a la distancia, veo que ingresa un rubia platinada con un cuerpo escultural. Sí, claro, era Romina..A la distancia, ella vio que estaba sentado en el fondo del salón. Muy atenta y simpática como siempre, se encaminó a saludarme.

 

El sólo hecho de verla venir, caminando a lo largo del salón como si fuera una pasarela, me impactó. Blanca y radiante, estaba vestida con un top blanco que resaltaba sus enormes lolas y un pollerita al tono, que le tapaba apenas la mitad de su imponente cola. Igual vestimenta que la primera vez que la conocí, en Agosto de este año. Delicadamente maquillada, su boca resaltaba por el rojo furioso del rouge.

 

Para los que aun no la conocen, Romina es una chica paraguaya de 23 años, cabello platinado, bello rostro, de facciones delicadas, y una sonrisa de comercial de TV. Tiene lolas grandes (muy bien hechas) en comparación a su contextura física, aunque no le quedan para nada grotescas, aclaro. Cintura chiquita y bien marcada, piernas firmes y tonificadas, y una cola monumental, soñada.

 

Sin exagerar, Romina tranquilamente podría ser portada de alguna revista masculina tipo H o Maxim, ya que tiene un cuerpo de modelito de TV o de vedette de teatro de revista. Además, tiene ángel, simpatía, carisma, un aura que la hace distinta de las demás.

 

De inmediato, llamé a la camarera y la invité una copa de $ 120,00 (20 por ciento de recargo si se paga con tarjeta) y nos ubicamos en uno de los reservados del fondo. La ansiedad me devoraba por dentro, como cada vez que la veo a Romina.

 

Ni bien nos sentamos, comenzamos a mimarnos desenfrenadamente. Es de esos momentos en que te sentís pleno, deseando que el tiempo se detenga y que esos minutos en el sofá se estiren, en lo posible, hasta el infinito, o hasta la eternidad.

 

Porque besar esa boca de Romina es una experiencia religiosa. Esos besos de lengua profundos, con mucha saliva, te transportan a un estadio superior, a otra realidad, a un plano espacio temporal sublime, de donde no desearías volver nunca.

 

Cuando la situación se puso todavía más caliente, en el marco de una copa larguísima, de más de media hora, y en momentos en que Romina me frotaba el miembro con sus manos, le dije que mejor pasáramos a las habitaciones, porque sinceramente no podía aguantar más sus embates, allí sentado. Entonces, decidí sacarle un pase de media hora, a cambio de $ 300,00.

 

Recuerdo que el pase se hace en una casona que está pegada al cabaret. Las habitaciones son de gran nivel, limpias e impecables. La suite por media hora sale $ 120,00.

 

Como ya dije anteriormente, el servicio es convencional. Lo cual no implica que no sea una experiencia única y digna de ser vivida. Es una delicia recorrer ese cuerpo escultural, lleno de curvas y libre de imperfecciones.

 

Ya en la habitación, tal como me gusta, le hice sexo oral de frente, en 69, y con ella arriba de mi cara. Romina es una chica muy pulcra e higiénica (su sexo es una delicia, limpia y sin olores) La vista de la cola, haciendo el 69, es una locura absoluta.

 

Después, cabalgata furiosa de frente, donde Romina se luce notablemente, con esa imagen grabada a fuego en mi retina de su cabello rubio al aire y sus lolas rebotando. El pete es sin, al menos en mi caso. No traga. Sin relojeo (nos pasamos varios minutos del timbre que marca el fin del turno).

 

Romina, como toda paraguaya, asegura actitud y predisposición. Como tenemos bastante confianza, producto de múltiples salidas, las charlas son cada vez más íntimas, señal que indica que cada vez se suelta un poquito más.

 

Romina ya es una dulce adicción para mi, de la que no quiero recuperarme y hacer tratamiento alguno. Ya pasaron tres meses desde que la conocí, y llevo más de 10 salidas, de las cuales solo publiqué la primera, para no ser reiterativo o repetitivo.

 

Tablita.

 

Cara: 10. De finas y delicadas facciones. Resalta con el cabello rubio.

 

Lolas: 9. Son hechas, pero le quedan muy bien al tacto y a la vista.

 

Cola: 10. Impresionante. Resalta mucho con la cintura chiquita que tiene.

 

Actitud: 10. Irreprochable. Buena onda y simpatía.

 

Entrada: $ 120. Hotel $ 120 (media hora). Copa niña: $ 120,00. Gift ($ 300,00 media hora).

 

Reincidencia: Eterna. La quiero secuestrar y llevármela a mi casa.

 

Aclaración 1: Se puede pagar con tarjeta la entrada, el hotel y la copa de la niña, con un 20 por ciento de recargo. El pase se paga cash.

 

Dirección: Avenida Pueyrredón 1070.

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