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Lena BG, Lo único bueno lo puso Duke

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Profe tumbero

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Lena,

la única sutileza,

estuvo a cargo de Duke

 

 

Anexo del 12 de octubre.

La finalidad del foro es brindar información que sea útil. Esta experiencia lejos de tratar de ser querulante, también se encuentra años luz de “mostrar las minas o travestis que me comí en mi viaje a tal lugar” (como una demostración o alarde fatuo del dinero que tengo o del "mirá lo que hice") que además de ser una fanfarronería indigna es, además, de casi la más absoluta inutilidad. La finalidad de mi XP, la explicaré en párrafos subsiguientes, pero tiene destinatarios ciertos y, creo que es de gran utilidad.

La intención de la redacción extensa es a los fines de exponer mi idea que no estuve frente a una señorita que “tiene montado un personaje” y no como un pobre infeliz señalara que lo hice para hacerme el grandilocuente. Si bien, podrás notar que no afirmo nada, no puedo diagnosticar ningún cuadro patológico porque no soy un profesional psicólogo forense, pero infiero que aparentemente estuve frente a una señorita con una personalidad con ciertos rasgos de índole sádica.

La intención de esta experiencia es poner el acento sobre estos comportamientos de la señorita y advertir a los colegas, pero en particular a aquellos que sufren de ciertas patologías (cardíacas, hipertensos, diabéticos, con antecedentes de ACV, medicados, con dificultades de lograr una erección plena,etc.), con ciertas personalidades con tendencia a depresión, a la auto agresión o a comportamientos intempestivos violentos e incluso para aquellos que están haciendo sus primeras armas dentro del sexo o del sexo pago, para advertirles sobre lo que podrían vivir. Y, obviamente, para evitarles problemas de cualquier índole.

Es decir, la finalidad es la de la solidaridad.

 

 

 

La experiencia se basa sobre la siguiente mujer:

Escorts Lena Acompañante 15-6483-5423 Escorts BairesGirls Acompañantes Buenos Aires Rubro 59 escorts argentinas

 

En esta oportunidad, voy a tratar de ex-profeso ser lo más extenso que sea posible. Esto, a los fines de describir, de la manera más cabal que me sea posible, la atención de esta mujer y que puedas tener material suficiente para inferir si te sirve o no el servicio de Lena. No obstante, te adelanto que juro que la mayoría del tiempo en que estuve con esta mujer, fue la clara imagen de lo que a mí no me gusta como servicio.

Si no te gusta leer, aborta acá. No pongo tabla ni puntos a considerar, ni ninguna vaina. La única manera de interpretar lo que me aconteció, es leer mi experiencia de manera atenta para que vos solo hagas tu evaluación y decidas que hacer. Me voy a tomar el trabajo de ser lo más descriptivo que puedo, con lo cual, vos verás. ¿Estamos?

Dudé mucho respecto al subtítulo de esta experiencia. Uno de las opciones era plantearlo como la segunda experiencia peor de mi vida biológica. La otra, cómo malgastar 600 en una hora. Otra, cómo aceptar de manera estoica un maltrato y humillación durante una hora, sin que eso termine en una tragedia, subtítulo que a luces vista, me pareció muy largo. Opté por este, para no arrancar tirando con munición gruesa y tratar de rescatar lo mejor de la experiencia, o sea la música de fondo seleccionada por la señorita Lena.

No pude arreglar con Celes BG, una lástima porque fue muy atenta. Llegué tarde debido al tránsito y ella debía irse más temprano que lo habitual. Me hizo pasar, hablamos un rato, me invitó un vaso de gaseosa y me mostró tener muy buena onda, pero me fui sin la atención.

Probé con Antonella BG, con Larissa BG, Holly Madison BG, Dalila BG, la hermosa Agos de selfie, otras conocidas y nada de nada. Y por desgracia, tuve la peregrina idea de llamar a Lena BG. Al atenderme me aclaró que estaba en el medio de un servicio. Eso me causó gracia, lo cual, en cambio, me debió haber alarmado. Error garrafal de mi parte. La escort deja de atender al cliente (interrumpe el servicio) para atender el teléfono. Supuse que sería con un cliente con el cual ya habría cierta dosis de confianza, para justificar el proceder de la fulana.

La mujer tiene un acento extraño, que pareciera como de la región oriental europea. Esto me dificultaba entenderle lo que decía, sumado al caos del tránsito. Y ante el pedido de que me reitere lo que me decía, me "mandó a lavarme las orejas". Yo repliqué que se quede tranquila, que ya compraba un sincerum; chiste que no entendió. Me señaló que no entregaba la cola, que daba besos, 400 y 600 la media hora y hora respectivamente. Que se encontraba por Corrientes y Talcahuano. Y ahí fue el profe al cadalso sin saberlo de manera fehaciente. Al teléfono me pasó una dirección sin señalarme el piso. La consigna era que al llegar la vuelva a llamar para darme el piso. Cuando arribé, llamo y me señala otra dirección, a metros de donde estaba. Y ella haciendo sonar el portero eléctrico, con lo cual de la movida, todos los que estaban presentes se dieron cuenta de la maniobra que se desarrollaba.

Al ascender al piso, me percato que ella no me señaló el departamento. Una vez en el piso y sin saber el rumbo a tomar, veo que desde mi derecha, detrás de una puerta de vidrio estaba ella desarrollando gestos ampulosos con los cuales me indicaba que me acercara. Por desgracia, hice caso.

A estar a punto de entrar me quité la gorra y señalé que lo hacía por respeto. Una vez dentro. me encontré con una mujer de un cuerpo delgado atractivo ataviada con un vestido de falda corta de color negro muy pegado al cuerpo, con un rostro difícil de definir. De rasgos exóticos, de una mirada fría, hasta me atrevería a decir que desafiante. El pelo no muy largo (yo había visto las fotos viejas en donde lo llevaba más largo que le quedaba mejor) de color negro, suelto. Digamos que su cuerpo me resultaba atractivo, pero no me gustaba su rostro y su manera de mirar. Hablamos unos segundos, le señalé que estaba con las manos frías y traté de besarla. Me topé con el Glaciar Perito Moreno. Un beso frío de bienvenida, lo cual seguía mandando alarmas.

Le pregunté que cómo estaba y la respuesta fue:

“Acá, trabajando; vida de pobre”. Esto acompañado con un gesto como de fastidio y con un mohín acompañado de un movimiento de sus manos haciendo un gesto como de desdén. Y, me enrosqué en un diálogo filosófico, que ahora que lo pienso, me siento un idiota. Que tener trabajo no era ser pobre. Ella insistía que sí. Sostuve que ser pobre era pasar hambre y, que en todo caso, era “vida de proletariado”. Asintió con la cabeza y me consultó cuánto tiempo pensaba quedarme y, ahora me arrepiento no haberle dicho que había dejado la plancha encendida, la leche en el fuego o que me convocaron para ir a pelear al Congo belga. Dije una hora y aboné los 600 por su servicio. Me entregó una toalla de una absoluta blancura, que es lo único bueno que puedo reconocerle de toda la experiencia. Y me señaló si me quería duchar. Si bien con ciertas escort lo hice, fueron con chicas que le he pagado al final o con chicas que me inspiran confianza. La señorita me dijo que dejara la ropa afuera del baño, señalando una silla. Ingresé al baño advirtiéndole que no me ducharía y le pregunté de donde era oriunda. Me respondió: “no lo sé” y luego lanzó su advertencia en un tono imperativo que debía “limpiarme bien el pene, el cuerito y la cabecita”. Me higienicé, oriné, me lavé las partes pudendas como pude. Acá hay unos puntos. La señorita dispone en el baño de jabón de tocador y uno blanco de lavar la ropa. No había jabón líquido. El agua era imposible a acomodar. O salía en estado de ebullición o fría. No pude encontrarle la vuelta. Es decir, por momentos me quemé en serio o en otros las metía en un chorro de agua fría.

Al salir, la encontré con su pelo atado, con su conejo en brazos bailando al ritmo del jazz, que mientras estuve en el baño colocó (que fue lo mejor que hizo en todo el encuentro).

Me arrimé a ella y traté de besarla. Otra vez me dio un beso frío. Le pedí que se suelte el cabello, hizo caso omiso. Ella, de manera desafiante me rodeó y me abrazó por detrás (tras dejar a su conejo en el piso) y tomándome por detrás trató de simular un baile. Mientras tanto, yo que no fui a bailar, comencé con la tarea de desvestirme. Ella comenzó a besarme el cuello y me preguntó lo siguiente: ¿si se podía marcarme?. Pensé, estúpidamente, que hacía referencia a la camisa que ella trataba de ayudar a que me quite. Luego me di cuenta que al que quería marcar como a res, era al que suscribe.

Me senté en la cama y ella colocó su pierna derecha sobre el colchón, mientras que la izquierda estaba apoyada en el piso. De esta manera quedó expuesta su región púbica recubierta por una tanga de color verde agua (como la de las fotos de Baires), de una manera burda, absolutamente carente de sensualidad y femineidad, casi grosera. Y, manteniendo la mirada desafiante me preguntó: “¿qué mira?”. Lancé mi mano hacia su vulva y me la rechazó. “Tu estás demasiado vestido todavía”. Y se retiró de mi lado.

“Al menos yo me estoy cambiando, porque vos también tenés ropa puesta”. Exclamé.

“Lo mío es fácil” y procedió a quitarse el vestido por la cabeza, dejando su cuerpo cubierto por un conjunto de dos piezas de color verde agua. Una muy buena figura, de la cual se destacaba su cola, que lejos es lo mejor que tiene. Como diría mi querido amigo Ricardo: "un yacaré sin dientes, porque se defiende con la cola". Buscó los preservativos, los colocó en la cama mientras yo había terminado de desvestirme y fui a buscar el aro vibrador que tenía en el bolsillo.

“¿Qué busca? Preservativos hay aquí”. En tono enérgico.

“No me apures si me querés sacar bueno, ya vas a saber”

“No te estoy apurando, pero no entiendo qué busca”.

Saqué el aro del bolsillo y lo tiré a la cama.

Ella lo miró, de manera absolutamente displicente y, una vez que me acosté en la cama me dijo, sonriendo de manera tal que más que una sonrisa era una mueca, para decirme:

“Tu aro peneano. No me interesa compartirlo”.

“A mi me gusta usarlo”. Retruqué.

“Bien, si te interesa usarlo, lo usarás tú”.

“Nos sirve a los dos”.

Acostado me besó, un tanto mejor que al principio y comenzó a tocarme las nalgas. Entonces me pregunta:

“¿Esta colita es mía?.

“¿Qué?.

“¿Esta colita es mía?. Es muy linda”.

“¿Te entendí bien?. ¿Vos me querés coger a mi?.

“Sí, por eso le pregunto”

“No flaca, yo vengo para otra cosa”.

“Es que te dejaste tocar la cola y, si los hombres desean ser penetrados, aceptan de buen grado que se la toque”.

“No, una cosa es que me toqués; otra, es que me penetres. Yo no busco eso”. Para ese entonces le podría haber preguntado lo mismo, siguiendo la misma lógica. ¿Cuántas mujeres se dejan acariciar, nalgear, tocar, más no penetrar? No valía la pena, ella había entendido mi rechazo.

 

Se levantó de la cama y regresó con una caja con toallas de papel húmedas. Me corrió el prepucio y procedió a higienizarme. Y, primero al tirar del prepucio para dejar expuesto el glande, comenzó a hacerme doler por la brusquedad de sus movimientos.

“¿Qué hacés?” Casi le grito, dolido y confundido.

“Hago lo que tu no haces. Te higienizo correctamente. ¿No entiendo por qué no lo hacen (y acá no entendí si puso la oración en plural o en singular)”.

Prosiguió haciendo caso omiso a mis quejas, y a seguir con su tarea que ella sola se encomendó, de manera bruta, raspando con sus uñas a modo de ariete recubiertas por la toalla húmeda por mi glande y las zonas periféricas. En fin, maltrándome.

“Escuchame, carajo, que yo me lavé”

“¿Tu quieres sexo oral?. Entonces esto debe estar limpio”.

Juro que pensé en decirle, quiero que este entero para que pueda recibir sexo oral. No obstante, horas después de esta pesadilla, que recién comienza en el relato, me siguió doliendo el pene debido a la higiene de la fulana.

“¿Sabías que la podés chupar con preservativo?”

Yo sé que estarás pensando. Profe, aceptó el pete con, de esta manera. Me pareció en ese momento, la mejor manera de interrumpir el maltrato al que me sometía esta mujer. Era esto o levantarme e irme o agarrarla de la mano y estrujársela como un trapo lava vajillas para que se deje de joder con su “toallita húmeda y su empresa higienizadora”.

Por fortuna aceptó el convite y la cesión de tortura peneana llegó a su fin. Se colocó el preservativo en la boca y se tiró encima de mi miembro a colocármelo. Y, obviamente, para mantener la tónica, lo hizo de manera brusca. Terminado la inserción del preservativo, sentí un dolor lacerante en mi escroto. La señora me encajó un mordisco.

Inició un excelente sexo oral y como pude le quite la porción de debajo de su traje. Y ella sola se colocó en una 69, colocando su vagina sobre mi boca, presionando hacia abajo. De esta manera, si bien me quedaba servida, pocos movimientos podía hacer con la cabeza y me faltaba el aire. Comencé a chupársela y la cosa fue mejorando, a punto tal que pensé que se iba a remontar. Ella lo hacía bien e incluso veía como su cadera se movía de manera que parecía recibir con agrado mi estimulación. La cosa venía bien, hasta que soltó mi pene y volvió a emitir sonidos.

“¿Qué estás buscando? ¿Calentarme?”. Si bien empleó su tonito enérgico, lo hizo jadeando.

“¿Y vos que creés?” Respondí ante la obviedad de la respuesta y ante la estupidez de la pregunta.

“Así puedes estar toda la noche y no conseguirás nada”. Esto dicho, de la manera más desarmónica posible.

Linda mujer, tan dulce como lamerle la epidermis a un cactus.

“Hago lo que sé y lo que me ha dado resultado con muchas mujeres. ¿Qué te gusta a vos?”

“Eres un hombre grande y debieras saber. ¿No sabés como tratar a una mujer como yo? ¿Eh?” Y ahí volvió el tono agresivo y poco apropiado para el desarrollo de una relación placentera, que esgrime esta mujer.

“La verdad que no, si me ayudás, quizá la pasemos bien juntos”.

Salió de manera brusca encima de mi, se acostó de espaldas bruscamente, de manera violenta tomó mi cabeza y me la colocó sobre su vagina, cruzó su pierna derecha ejerciendo presión sobre mi espalda con lo cual por poco no termina mi nariz en su útero y bramó de manera imperativa:

“Chupala”.

En todo momento, haber tratado de parar a semejante personaje habría sido terminar en una batalla campal, levantarme e irme (con la pérdida de dinero) o deshacerla a golpes. Opté por remarla para tratar de acabar e irme. Obviamente a esa altura ya tenía claro que jamás iba a reincidir, que colocaría la mala experiencia a modo de advertencia para los foristas y que avisaría a amigos gateros para que eviten a este campo minado en el que trataba de sortear sin tener que arribar a la unidad 28 del SPF (Servicio Penitenciario Federal) que está a unos 150 metros de donde vive (o maltrata) la fulana.

Y comencé a chuparla. Y la mujer comenzó a levantar temperatura de manera considerable. Se puso roja como un camarón. Comenzó a lanzar estertores de placer, su cadera se comenzó a mover vertiginosamente y ella misma a acariciarse los pechos.

Le introduje un dedo en su vagina y fue como si le hubiese metido ácido muriático.

“¡No me gustan los dedos! Prefiero la lengua”. Bramó furiosa.

“¿Y cómo alcanzo tu punto G?”. Consulté. Digamos que Gene Simmons no soy, pensé en agregar, pero esta mujer, con su maltrato, tono, modismos y demás, me había puesto de tan mal humor que no estaba para hacerme el simpático. Ella, no merecía de mi humor y bromas. Además, me sentía que llevaba por el Sahara al medio día, un litro de nitroglicerina; cualquier cosa la podía hacer estallar.

“Hazlo con la lengua”. Bramó con su machacante tono imperativo.

Si claro, andá caminando a Ganímedes por mandarinas criollas, LPQTP. Si pensaba que le iba a meter la lengua dentro de la vagina hasta alcanzar su punto “G”, la había "pateado un ropero". Proseguí con la lengua y al rato quitó la pierna derecha que tenía sobre mi, y con ella me pateó el rostro para alejarme y exclamó con el mismo tono imperativo:

“Cojeme”.

De un salto se puso en cuatro y me colocó la cola en mi cara, dando me la sensación que lo que buscaba era que le comience a dar besos negros. Ya para esa altura, no estaba con ganas de más. Era evidente que con esta mujer, no íbamos a congeniar y no tenía intención de seguirla remando mucho más. Traté de seguir mi plan de batalla y, como desde el comienzo, fue un error. El error comenzó desde el momento que accioné el botón de llamada de mi celular.

Me acosté, y ella me encajó unos exquisitos besos. Su aliento me daba cierta pauta de haber tomado vino y, quizá mezclarlo con ajo. Fue el único momento en donde me besó de manera apasionada. Le señalé que se suba y coloqué mi aro vibrador. Y en ese momento, el rostro encendido de pasión que tenía se transfiguró. Me tomó del aro vibrador, lo extrajo violentamente de mi órgano (no importaba si me lastimaba o no) y lo lanzó furiosa contra la pared que estaba atrás de ella. El aro recorrió por el aire todo el cuarto y se estrelló contra la pared. Para ese entonces, contradecir a esta colifa, era de temer. Eso la soliviantaba. Y como prueba de ello comenzó nuevamente con su lengua afilada y su psiquis carente de todo tipo de diques.

“Yo necesito que tu me hagas gozar y no esa estupidez. Tu eres el hombre, tu me tienes que dar verga y calmarme. ¿Acaso no eres hombre?”

“Dale subite”. Respondí de manera calma ante la andanada de agresiones.

Insistió de coger en cuatro, cosa que no acepté y al final se colocó sobre mi. Las sutilezas, estuvieron a cargo de Duke Ellington, únicamente. Acá olvidate de buen manejo de cadera, ella era violencia pura. Por momentos se levantaba casi sacando mi pene de su interior y se lanzaba pesadamente sobre mi (con el riesgo de que se rompa el preservativo y/o lastimarme), por momentos se lanzaba a una carrera frenética de adelante y atrás, en el cual parecía posesa. Además, con sus uñas arañaba mi cuerpo (mi pecho, mis piernas), ideal para los hombres casados.

Y cada tanto abría la boca para romper el clima con algún comentario fuera de lugar e interrumpir lo único bueno que era la música de fondo.

Estuvimos un rato y comenzó nuevamente la andanada de agresiones. ¿De quién? De ella, que como dice la letra del tango “como juega el gato maula con el mísero ratón”.

Ella pretendía que me mueva. El tema es que con su manejo violento, sus embestidas era muy peligroso. Si esta mina baja la cadera de la manera en que lo hacía, y si mi pene se salía, terminaba la joda en la guardia del Hospital de Clínicas y con un claro pensamiento criminal en mi mente a desarrollar en el futuro inmediato.

Obviamente no hacía caso, tampoco estaba con ánimo de hacerle entender nada a la fulana y mi inacción le generaba más violencia porque la desobedecía y eso le provocaba una andanada de maltrato dentro de frases tales como “eres poco hombre”, “No sabés hacer nada más que quedarte tirado”, “no sabes satisfacer a una mujer”, “tu no entiendes nada” y otras más que no quiero recordar.

Acá, abro un paréntesis y apelo a la inteligencia de mis compañeros y en particular de gente con experiencia para que sigan mi análisis y me señalen si hay algún punto flaco en el mismo.

Uno a esta altura de la vida sabe si hace o no las cosas mal, ya está curtido y se da cuenta con quién está tratando. Sabe que le gusta a una mujer de veras y que se encuentra en su sano juicio. Digamos que uno tiene cierto sentido de la vida y camino recorrido. ¿Sí?. Digamos que más que afectarme en el momento y en la sensación que tiré el dinero a la basura, que habría sido preferible dárselo a una familia menesterosa (pobres de pobreza, no de pobreza de espíritu) para que coman, nada más me afecta. Ahora, imaginemos que un pibe joven o alguna persona que tiene problemas de autoestima se topa con semejante personaje. ¿Soy claro del daño que puede provocar esta mujer?. Cuando regresaba a mi casa pensaba en mi mismo a los 18 años, en mi inicio de vida sexual y de haber tenido la desgracia de toparme con semejante maltrato. Capaz que uno termina creyendo que no sirve para el sexo y esta mina te provoca años de frustración porque ella tiene una personalidad con rasgos sádicos (¿Psicópata?). La verdad, es un peligro. Ahora si se topa con alguien que tiene tendencias suicidas y, por ende problemas de autoestima, esta colifata del carajo puede llevar en su enajenación a que alguien haga una cagada sin retorno. ¿Soy claro en mi análisis?. Esto lo voy a retomar al final, con ciertos comentarios para ella, porque creo que ella no repara del riesgo en que ella misma, se mete. Un día, se va a topar con alguien que va a ser la horma de sus zapatos y va a recorrer (el cliente) la cuadra para ir a recalar a la unidad 28, que es la Alcaidía de Tribunales y ella, en el peor de los casos, recalará atrás de la Facultad de Ciencias Económicas (La Morgue Judicial).

Al salir de encima mío, me doy cuenta que ya no tenía puesto el preservativo.Por fortuna, quedo en los labios vaginales de ella. Le señalé que se ponga otro y me miró desafiante y, fiel a su trato dulce y armónico, exclamó:

"No me tome de estúpida".En un tono soliviantado. Abrió el sobre, me colocó el preservativo y se acostó boca arriba.

La coloqué en misionero y comencé a darle en esa posición y ella arrancó con los gemidos y pasó a estertores de placer. Ahora sus uñas se empecinaban en trazar grietas difíciles de explicar en mi espalda. Los minutos pasaban y yo no acababa y ella seguía exigiendo que incremente mi velocidad. Era obvio que mi intención no era terminar ni con un infarto de miocardio, ni con un ACV. Los años pesan y pasan facturas de tiempo pasado y comencé a mermar la velocidad. Y ahí abrí la canilla del vendaval de la agresión:

“¿Qué hace? ¿Por qué para? Usted no sabe tratar a una puta como yo. Usted vino por puta, acá tiene una, deme verga y déjeme satisfecha o no sabe cómo hacerlo”.

 

“Subite puta”. Y, muy a mi pesar porque no soy de maltratar a una mujer tuve que entrar en sintonía con esta persona a los fines de arribar a destino y huir para siempre. Digamos que no solo fue la utilización de la palabra “puta”, sino el tono con el que lo empleé, que fue del más absoluto desprecio.

Ella se levantó y fue a acomodar mi ropa para que el conejo no me la destroce. Para mis adentros pensé “¿por qué no lo ponés en una jaula?”

Y otra vez empezó con la discusión que quería en cuatro. Y la verdad es que ya estaba podrido y no estaba con ninguna intención de darle ningún gusto, me emperré y de manera soez le señalé que se suba y cabalgue como la puta que era.

Hizo caso, pero siguió despachando sus frases hirientes. Y consiguió que hasta mi miembro se harte del maltrato y se puso flácido dentro de ella. Ahí se imaginarán. Ella mostró un gesto de fastidio y disconformidad, para proseguir con sus frases que flaco favor le hacen a una situación semejante.

Ahí estaba disconforme conmigo mismo, esta mujer había logrado sacar mi costado violento que comienza con el léxico. Esto me comenzó a preocupar. No quería eso y traté de reencausar la cosa, no por ella, sino por mí. Le pedí que me besara y, si bien lo hizo, al hacerlo hizo un mohín como de lástima. Ella no paraba ni tampoco aflojaba con el maltrato.

Me preguntó:

- ¿Le intimidé?. Con un gesto de satisfacción.

- "Si". Le respondí y le mentí. No me había intimidado, en lo absoluto, había logrado casi agotar mi paciencia. Luego, en mi casa, pensé que por ahí me podía haber topado con una agresión física de esta fulana y sí, consideré que estuve en zona de riesgo. Ahora, siento lástima por ella. Luego agregué:

- "Lo tuyo no es lo que yo busco".

- "¿Usted quiere una mujer sumisa?"

Asentí, de manera errónea porque esa no es la definición de lo que busco.

- "Bueno, me tiro en la cama como muñeca inflable y no hago nada". Advirtió Lena, mientras se tiraba boca arriba, con los brazos al costado y cerraba sus ojos y sonreía burlonamente.

- "No tampoco, es lo que busco. No se trata de una cosa u otra, no es blanco o negro, hay grises". La únicas sutilezas, en ese ambiente, estaban a cargo de Duke Ellington por lo visto.

Le señalé que se le seguía chupando y que por ahí se me volvía a parar al verla excitada.

Retomé la tarea, que minutos antes había obtenido la excitación de la fulana. Y comenzó a quejarse que no sabía hacerlo y a darme directivas de la manera en que debía hacerlo y que cómo era posible que un hombre grande no sepa satisfacer a una mujer. Espero ser lo suficiente claro, ella un rato antes no solo no se había quejado, sino que se había excitado en serio. Ahora, minutos después, me sale con que no sé hacerlo. ¿Se entiende cómo venía la mano?. Luego dijo que iba a subir la experiencia en el foro diciendo que “Bigotudo vino y no supo que hacer con una mujer”. Unos segundos más tarde agregó “¿cómo puedo decirte? Pelado bigotudo”. Y yo pensaba, quedate tranquila que la experiencia la va a subir el profe tumbero que te va a exponer lo qué sos.

Seguí, ella comenzó a subir la temperatura y yo no lograba excitación alguna, es más lo hacía y trataba de disfrutar de la música de West Montgomery que sonaba de fondo. Al ver que ella comenzaba a excitarse, a propósito corté y me levanté de la cama.

“¡Qué hace?”. Preguntó extrañada.

“Me voy”. Aclaré.

“¿Por qué? Yo no te estoy echando”.

Yo trataba de buscar mi aro que la mujer había revoleado, giré y la miré fijo y desafiante le dije:

“Yo me estoy echando”.

Luego agregué:

“Decime dónde está mi aro que lo tiraste”.

“Está por ahí”. Exclamó ella.

“Ya lo sé querida, está por acá porque no tuviste la delicadeza de sacármelo y colocarlo en la mesa, sino el gesto de arrojar algo que no es tuyo”.

“Quedate tranquilo que yo no me quedo con lo que no me pertenece”.

“Yo no digo eso, sólo quiero que te levantes y me ayudes a encontrar lo que tiraste para poder irme cuánto antes de acá”.

Se levantó y lo encontró. Me lo dio y lo metí dentro del bolsillo de mi pantalón.

En ese momento se puso a ¿bailar? dando saltitos. La miré con desdén, su provocación infantil. Tomé una hoja del rollo de papel de cocina y me comencé a secar mi barba y bigotes. Procedí, de ex-profeso, a ingresar al baño (sin pedir permiso tal como hago siempre) a lavarme. Nuevamente el ritual de las canillas que te quemás vivo o te cagás de frío, pero a esta altura poco importaba. Al salir del baño, ella estaba tirada en la cama, contemplándome. Entonces exclamó:

- "Nosotros no nos llevamos bien en la cama". Reflexionó la señora.

- "Nosotros no nos llevamos bien en la vida". Repliqué. Hay perdón, que me perdonen los que no les gusta que ponga cosas filosóficas en las experiencias; mil perdones.

Mientras seguía vistiéndome, ella ingresó al baño. Supongo que para ver si no me había robado algo. Entonces me invitó al baño, lo cual me pareció raro que a esa altura me invité a que me duche cuando la demostración de ese gesto, como tratando de remontar un servicio malo y por el cual estaba enfurecido, no tenía mucha lógica. No había ido a bañarme, era claro que había ido con la intención de estar con una mujer con un buen servicio. Esa insistencia, incluso me pareció hasta sospechosa. Le agradecí y le señalé que pasaría al baño una vez vestido a lavarme. Ella me lanza esta frase:

“Es bueno ducharse de vez en cuando”

“Quedate tranquila que yo me ducho donde quiero”. Estuve a punto de señalarle que también era bueno hacer algo con el aliento, pero iba a ser como tratar de hacer callar cerdos a latigazos. Era un sin sentido. Además, era seguir en el juego perverso de ella, de la agresión verbal, del maltrato, etc.

Ella entró al baño y al salir me dijo:

“Te voy a dar un consejo. En el sexo…”

“Mirá, yo no necesito de vos ningún consejo”. La frené.

“No es buena la soberbia en la vida”. Otra vez la chancha arriba de la carretilla, pensé. Ella seguía con la intención de buscar mugre.

“No es soberbia, es tener criterio para escuchar a la gente que puede de verdad aportarme algo”.

Ella se acostó y yo me senté a anudarme los zapatos. Mientras lo hacía, el conejo me lanzó un mordisco a mi mano derecha. Por fortuna, para los tres, el conejo no logró perforar mi piel. Sino ella tenía conejo para el almuerzo, un quilombo porque yo llamaba al 107 y decía que ella me agredía (los del 107 se encargan de llamar al 911 y viene la ambulancia con el patrullero, consejo muy útil para los foristas) y "nos veíamos en el corso" y yo porque terminaba con mi mano lastimada, con tratamiento antirábico y con antibióticos.

Ella lanzó una carcajada y le dijo a su conejo:

“Basta, ya tuvo demasiado con tu dueña”. Comenzó a hablar en otro idioma, se levantó y me lo quitó de mi cercanía para que pueda terminar de vestirme. No obstante, la puya siguió:

“Él se da cuenta cuando alguien es mala persona”.

La miré fijo, no respondí, me terminé de acomodar la pilcha y me retiré sin saludar siquiera, colocándome la gorra dentro de la casa de ella, como una suerte de falta de respeto. Y me fui, con la promesa de subir cuanto antes esta experiencia.

 

Yo sé que existe gente que busca esta suerte de servicio sádico de humillación. Está bien que lo haga con aquel que esté en sintonía con esa búsqueda. Sin embargo, el aviso de esta mujer no dice nada al respecto. Ella tampoco lo aclara y sus fotos no permiten vislumbrar un servicio de esa característica. Con lo cual, no solo constituye un maltrato al cliente y una suerte de peligro para clientes vulnerables, sino un peligro para ella misma. Un día se va a topar con alguno que le va a enseñar cuántos pares son tres botas y va a pasar a aportar su foto al cartelito de “Ni una Menos”. Ojalá que eso no le ocurra jamás.

 

PD.

Le solicito al señor Administrador, a los señores moderadores y estimados colegas (y a los que no les tengo ninguna estima) que no viertan comentarios en tono de mofa. O darme cátedra a partir de mis equivocaciones, porque nadie se atrevería a imaginar que uno se iba a topar con semejante muela cariada.

 

Agregado del cuatro de octubre.

Al ver las fotos actuales de Baires Girl en donde tiene ciertos gestos que atemorizarían hasta a un docente tumbero :risa:, que cree haber visto todo :negacion:, yo había visto las siguientes fotos. Por favor díganme si la cosa no pintaba mejor.

 

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Re: Lena BG, Lo único bueno lo puso Duke

 

Mejor escribi un libro, esto es un foro

Digame en qué parte de las reglas se especifica o establece cuál es la longitud de los relatos. Yo no te obligo a leer nada, vos no me podés obligar a que redacte como a vos te gusta.

Ahora, si está la regla de ser tolerante. Tenelo presente.

¿Estamos?.

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Re: Lena BG, Lo único bueno lo puso Duke

 

Profe querido!!! que mala suerte toparse con semejante colifa!!! te juro que te leía y me imaginaba en esa situación... Detesto la violencia en todas sus formas pero seguro un buen bife le hubiera venido bien.

Coincido con vos que hay mercado para todo, hay colegas que les gusta el sexo duro, humillaciones etc. pero no es lo mio, y lo tuyo tampoco.

Respecto de tu xp quiero hacer un par de reflexiones, en las que podrás coincidir o no, y dicho sea de paso es la opinión de un tipo que paso largos los 50 y con mas de tres décadas entre camillas y Escorts, que puede advertir a las escorts que leen el foro acerca de nuestros gustos:

1- La prostitución es un servicio, de dar algo a cambio de dinero, como lo es una comida, como lo hace un mozo en un bar etc. etc. quien ofrece, debe esmerarse en su atención para captar al cliente y que este vuelva. El lugar, el aseo, la educación, el servicio, etc, etc son condicionantes para el regreso del consumidor.

2-La mayoría de los que andamos en esto, somos caballeros que sabemos muy bien como tratar a una dama, mas allá de su profesión u oficio, por lo que es esperable recibir un trato acorde.

3- El hecho de que uno use sus "artes" para lograr un cierto grado de "calentura" en la dama, es porque uno entiende que si la dama disfruta dando el servicio, el momento será mas placentero para ambos, pero no hay ninguna regla escrita para esto... uno es el que compra y el que recibe la satisfacción, no vamos a satisfacer el deseo sexual de la dama, sino el nuestro.Si ella entiende lo contrario, que pague un taxi-boy, o que lo haga de onda.

4- respecto de la insistencia en limpiar al amigo, que pasaria si uno va con un sobre de toallitas espadol y les desinfecta las tetas, el culo y la cotorra? les molestaría? Nos hemos comido cada tufo a pescado añejo, olores a meo etc. y nos hemos callado la boca por educación...

Esta mina tuvo la suerte de que Ud. es un caballero, un paciente caballero y aguantó estoicamente el maltrato, pero como Ud. bien dijo, ya va a encontrar la horma de su zapato... o a lo mejor ya la encontró y dentro de su psiquis enferma, se dedica a maltratar a los clientes, como una especie de perversa venganza para su propia satisfacción vaya a saber porque antecedente infeliz de su pasado.

Como quier que sea, no envidio para nada el momento de mierda por el que ha pasado.

Le agradezco infinitamente haberlo compartido, estamos advertidos del tema.

Le mando un abrazo gatero.

Gatrix

PD: sepan disculpar algunos colegas impacientes lo largo de la respuesta, pero por suerte esto no es twitter y no estamos limitados a 140 caracteres.

BLACK PEARL COME BACK!!!la bebida el juego y las mujeres, [/b]me llevaran al infiernoy los diablos se asombraran de verme llegar contento...

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Re: Lena BG, Lo único bueno lo puso Duke

 

Viendo las fotos con detenimiento, le pregunto: en persona tiene la misma cara de "piantada" que en las fotos??

Mi estimado:

Tengo un amigo que es colega de la profesión y además gatero. No es forista. Al salir, lo llamé para contarle lo sucedido. El buscó las fotos de la señora y me formuló la misma pregunta que usted me hizo. Lo único que puedo decir es que las fotos antiguas no se la veía (o yo soy demasiado ingenuo) con esa pinta. En persona, sí. Por momentos pone caras desafiantes, y cuando cojía parecía poseída.

Saludos

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  • Miembro

Re: Lena BG, Lo único bueno lo puso Duke

 

Este aviso es joda no?

Mirelo profe!!!

Capital Federal: 1564835423 delgandita chica manejable

A esta altura me parece que no es una broma. Es un acto de perversión. Ella no busca clientes que disfruten o gocen de ese tipo de servicio. Ella busca pescar incautos y engañarlos en su buena fé. Gente que la trata de pasar bien con una mujer, digamos con sexo tranquilo, más o menos romántico. Al toparse con este trato, ella goza del maltrato, de generar frustración, desilusión. En síntesis probablemente estemos en presencia de una perversa.

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  • Miembro

Re: Lena BG, Lo único bueno lo puso Duke

 

Profe como llamo la atención esta colifA! No es su estilo es más en las fotos tiene una pinta de pirada mal!, sera x escorts! ahora le hago una pequeña pregusnta usted se presenta como profe tumbero!?

 

 

Mi estimado:

Tené presente que cuando la agendé el aviso tenía las fotos viejas, en donde no se la veía tan "complicada". Cuando comencé la redacción de la experiencia, a horas del encuentro, abrí la página de su aviso y vi las fotos nuevas, me quería morir. Tiene una pinta de loca...De haberlas visto antes, ni chiflado iba.

Respecto a la pregunta que formulaste, la mayoría de las veces la mina al recibirme no sabe quién soy (como en este caso). Muchas veces una vez publicada la experiencia les aviso por mensaje o llamada, para que la lean. Otras veces, al final de la experiencia surge el tema del foro (la mayoría de las minas lo leen ya sea esta o el de baires) y ahí les comento quién soy.

Ahora existen casos que saben quién soy, como por ejemplo chicas que comparten departamentos y al pasar con una, la compañera lo sabe en función de la información que se pasan las chicas. Por ejemplo, la morocha que está con Guadalupe de mimosas sabe quién soy, siendo que jamás estuve con ella, pero si estuve con Guadalupe. La que le debe haber contado fue Guadalupe...

No obstante, insisto, acá en este caso la fulana no sabía nada de mi participación del foro, pero fue ella la que lo sacó. No puedo explicarlo. Cara de bruja tiene, quizá lo sea. No sería de extrañarse.

Abrazo pelao.

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  • Miembro

Re: Lena BG, Lo único bueno lo puso Duke

 

Lo lamento Profe, terrible colifa le tocó.

 

Y si, cuando algo empieza mal, termina mal.

 

Un gusto leer a calidad de su escritura[/QUOTE]

 

Muchas gracias. La longitud del relato se encuentra vinculada a mi intención de despear cualquier duda respecto al posible cuadro psicológico de la persona. Para aquel que no gusta de este tipo de servicios siga de largo y, para aquellos que disfrutan del mismo, sepan que ahí pueden encontrar lo que los hace disfrutar.

Saludos y gracias de vuelta.

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  • Miembro

Re: Lena BG, Lo único bueno lo puso Duke

 

Ssguro q lo sabia de algun modo, ssgun la experiencia que contas estaba en todo momento conganas de que narres la experiencia de este modo.. horrible el mal trago pasado , pronta revancha, sigo sperando la experiencia de agos!

 

Yo no creo que sepa quién era. Gatrix me señaló que lea las experiencias en el otro foro y el mecanismo de la fulana es muy parecido. Lo que ocurre es que yo me plantaba y le decía "no". Eso, en su psiquis no cuadra. No obstante, me agarró en un muy buen día, porque toleré demasiado. Cuando empezó con la uña y su toallita húmeda sobre los costados de mi pene, era para hacerle un enema de toallitas a la fulana y que, en un Do de pecho, las escupa tras discurrir a lo largo del tubo digestivo en sentido inverso, claro está.

Ella me habló del foro, molesta por las cosas que ponen de ella...Supongo que hablaba del de baires. Ella me dio "cómo puedo ponerte". Aunque tal vez lea este y, por mi atuendo, mi cara, mi gorra haya inferido que yo era quien firma como "profe tumbero", muy raro. A no ser que este circulando una base de datos, en la cual figure mi número de teléfono, mi sobre nombre con la característica de persona "no grata". Pero quién lo haría?

La otra es que la fulana sea media bruja, en el otro sentido y que tenga poderes, más allá del de maltratar a los hombres y que todavía siga su derrotero por este mundo.

Abrazo.

 

PD. De la pelada que me consulta, hablamos por mail. Ya le explico cómo son las vainas, m´hijo.

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