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Sara, BG.

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Profe tumbero

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Experiencia con Sara BG.

 

Hacé como dice el refrán popular:

“Como con las lentejas, si te gustan bien, sino las dejas”.

Como siempre, yo escribo extenso, trato de brindar al detalle mis observaciones para que te sean útiles mis experiencias. Si te sirve leéla, sino nadie te obliga y seguí por otros lados. Si te vas, un abrazo; si seguís, te llevás información de la señorita y mi abrazo al final

 

El link es el siguiente

 

Escort Sara Acompañante 15-3097-3877 Escorts BairesGirls Acompañantes Buenos Aires Rubro 59 escorts argentinas

 

 

En realidad es una reincidencia debido a que con ella estuve hace como dos años, sino más. Para ese entonces trabajaba en el mismo edificio de la calle Sánchez de Bustamante y Guardia Vieja (barrio del Abasto). Intenté reincidir con ella en su momento, me dejó de seña, me enojé y le hice la cruz. No obstante, a pesar de haberme dejado de garpe, la recomendé a amigos colegas e incluso dentro del foro remarqué que es una buena opción si se busca una señorita joven, sexy, originaria del Paraguay, simpática, con buen servicio y con aranceles sensatos.

Y en coherencia con el barrio, tras llamarla y encontrar afortunadamente que tenía un hueco en su agenda, me fui canturreando el tango de Don Carlos “Volver”.

Al llegar bajó a abrirme la secretaria, recepcionista, amiga. Tras ingresar al departamento, a pesar que Sara me dijo que era el mismo y que antes lo tenía subdividido por tabiques, me pareció muy diferente. En este caso el departamento me gustó mucho más como se encuentra actualmente. La chica recepcionista me acompañó al cuarto y el viejo ritual:

“Ponéte cómodo, Fulanita (en este caso Sara) ya viene”. Opcional, a veces te ofrecen de pasar al baño, cosa que no ocurrió en este caso.

Mientras esperaba a Sara, como niño obediente me fui poniendo cómodo. Dejé mi ropa sobre un perchero (SI, PARA MI SORPRESA TIENE UNO) y sobre una silla. Saqué el dinero correspondiente al pago de una hora por su compañía (600 $) colocándolo sobre una mesa quedando bajo la custodia de varios peluches y velas. Y me aboqué a contemplar el escenario que me rodeaba. Una amplia cama, un plasma (o LCD, para mi televisor de esos modernos chatito) dispuesto sobre un soporte amurado a la pared, música de reguettón que salía de un equipo de música chiquito, una linda bici indoor (Bici fija).

Al rato entró ella, enfundada en un traje de lencería color rojo y unas medias del mismo color. Como novedad para mi, su pelo está de color negro azabache. Una larga cabellera hermosa, sus hermosos ojos claros que algunos señalan como grises y que para mi son celestes claros y una piel nívea. La noté un poquito más rellena, más que nada de cadera. Nada excesivo, pero da la sensación que posee cierta tendencia a engordar y que para mantener esa figura, hay que hacer un esfuerzo. Muy sexi, total y absolutamente aprobada.

Al verme la noté con la mirada un tanto dura. Le comenté que yo había estado con ella. Ella, con un tono amable me dijo que sí, que se acordaba de mí. La dulzura que se señala de las mujeres paraguayas en innumerables canciones folklóricas, dejó paso al frío acero quirúrgico alemán. Su lengua, cual escalpelo, me respondió lo siguiente:

“Si, el hombre que posee cara de maldito”.:ojotes:

 

 

 

 

 

 

 

:ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes:

 

 

Me hizo puré de movida. Me dejó perplejo e inmediatamente respondí, con la intención de no mostrarme molesto, ni aturdido:

“Pero qué memoria tenés. ¿Podría pasar al baño?”.

“Si claro” y procedió a buscarme una toalla y a señalarme la dirección del cuarto de baño, rematando con: “cómo me voy a olvidar de tu cara”. En mi viaje al baño, en mi cabeza retumbaba la voz de Don Osvaldo Principi que decía: “Sara madura el nock out amigos”.

E inmediatamente salí desesperado en rumbo al baño con una toalla con una blancura correcta que me alcanzó Sara. Entre el frío reinante, los diuréticos y las frases lapidarias de Sara, juro que mi miembro que había ingresado al departamento con cierto entusiasmo, decayó en interés. Dicho en otras palabras, me lo dejó fláccido. Tan mustio como una rosa cortada hace varios días.

Luego de orinar, cosa que fue muy placentera, procedí a lavarme. El compañero de ruta se declaraba como en estado de huelga. Pensé, con cierta preocupación, tendrá solución esto. Me miré al espejo del botiquín y a los fines de desdramatizar me dije: “Lo de abajo seguro porque ella va a saber como hacer para reencauzar la tarea; lo de arriba quizá con cirugía plástica”. Me sequé y salí al ruedo nuevamente.

Al llegar al cuarto, ella se había ido. El dinero, que le había señalado que era para ella, no estaba y, me senté sobre la cama a esperarla.

Al rato ingresó ella y tras cerrar la puerta, observé sobre la zona lumbar un tatuaje.

Inmediatamente me preguntó:

“¿Cómo estás?”. A la vez que dejaba una copa con un jugo de color naranja.

“Bien” y sin terminar la frase me siguió preguntando:

“¿Qué te hizo volver?. ¿Cuánto tiempo pasó que estuviste?”.

Comenzamos a hablar respecto a las modificaciones del departamento y en función de esto dedujimos que fue en el 2013. No obstante, la notaba con una mirada tensa, como molesta. Ella, se colocó parada delante de mi, de manera tal que sus senos quedaron a la altura de mi cara. Me levanté y busqué su boca. Sus besos son de lengua. Ella la asoma un poco, pero no me resultaban efusivos. Cada tanto miraba su hermoso rostro y mantenía su mirada tensa. No cerraba sus ojos. A los fines de indagar que podía estar sucediendo, mientras la ayudaba a quitarse el soutien, mencioné que hacía rato que no leía una experiencia de ella en el foro.

¡Achalay, era eso!. Ella molesta con ciertas experiencias tanto las publicadas en baires como las de acá. Y ahí la comencé a ligar.

“En ese foro hay un loco que se llama Profe tumbero que me hizo mala fama, que no soy independiente y no sé cuántas cosas más”.

“Huy, en que quilombo me metí. ¿Cómo hago para seguir con esto ahora?”. Obviamente esto lo pensé.

“Vos no serás ese hombre, porque no sé si sos vos u otro cliente, que tras aparecer esas cosas en el foro, dejó de venir”. Lanzó enojada la señorita.

Y comenzó con que había violado datos que me brindó en la intimidad.

Ahora si mis amigos, Sarita lo tenía al profe contra las cuerdas. Todas las tarjetas ya le daban por perdedor al profe. Incluso buscaba la toalla que un rato antes me había dado Sara para tirarla. ¡Qué brete!, me caigo y me levanto. ¿Cómo sigo ahora?. La única manera apropiada para seguir avanzando, era la de retroceder. Irónico, paradójico, todo eso y mucho más, pero decidí retroceder para abroquelarme donde pueda y luego tratar de manejar la situación. Responderle de guapo o compadrito: “Si soy yo y qué”, habría sido lo peor. Seguramente me habría devuelto la guita, me habría despedido con un boleto para que vaya a mi casa a visitar a doña Manuela. El desafío estaba planteado.

Escuetamente le dije: “no, pero después hablamos”.

Eso, sin embargo no atemperó su molestia y contraatacó.

“Yo no entiendo esos hombres, como ese, que piden onda wachiturra o cosas extrañas”. Acá no sabía si lo decía por mí, pero decidí abortar el tema porque sino la cosa se iba tornando espesa (para mi). Supongo tal vez que la ambigüedad obedecía a una estrategia de sacarme de mentira, verdad. Por ahí estoy hilando demasiado fino, debido al sesgo profesional.

“Y ocurre que hay de todo en la viña del señor”. Acto seguido, el profe la recostó y comenzó a besarle sus pechos. A buscar su boca. Seguía tensa la cosa. A los fines de echar mano en mi último recurso para reflotar la situación, le quité la porción inferior de su traje. Procedí a consultarle si podía comenzar un oral, que por fortuna accedió.

Ella recostada sobre su espalda, abrió sus piernas lo justo y necesario. Y de manera artesanal, tal como un orfebre, me aboqué a la tarea de mejorar la atmósfera. Ella comenzó a sonreír y a aflojarse, señal inequívoca que la cosa cambiaba de cara. Solamente había un detalle, no menor, insoslayable, preocupante de seguir sosteniéndose en el tiempo, por lo tanto angustiante; mi miembro seguía con la intención de mantenerse en huelga de grosor y dureza mínimos. Estaba en punto muerto y la carrera hacia tiempo que había largado.

Era imperioso resolver este punto, claro está. Me recosté y le propuse seguir con la tarea, pero en posición diferente. Esta vez, ella sobre mi. Al tomar posiciones Sara sorprendida exclamó:

“Huy no está duro”, tomando mi miembro y sacudiéndolo como si fuera una banderita en fiesta patria.

“Y, vos sabés que podés hacer por él. ¿No es cierto?”. Me callé y seguí de manera tozuda con mi tarea de masajear su clítoris. Ella, se rió y comenzó con un excelente sexo oral. Ella lanzó un amplio repertorio: Garganta profunda, lámidas de todo tipo, escupidas, suaves mordiscos, etc. No se cuánto tiempo estuvimos en esa posición, al rato cambiamos por ponernos de costado, pero con la misma tarea. Luego volvimos a la posición de ella sobre mi. Se me hacía largo y ya quería poseerla. Se lo planteé, pero ella no abandonaba a mi miembro, que ya estaba como boy scout, listo y dispuesto. Ella no aflojaba y decidí seguir con lo mío. Comencé a notar que su zona sacro lumbar comenzaba a moverse hacia arriba y abajo y que esos movimientos iban ganando en intensidad. Esto me llevó a pensar que estaba por acabar, pero ahí me dio la sensación que quería salir. La atenacé desde la cintura con mis brazos, sin brindarle posibilidad de escapatoria y me aboqué, a pesar de mi cansancio, a seguir con la tarea de hacerle alcanzar el climax. Al principio trató de zafar; luego ante mi férrea postura aflojó y largó su cadera sobre mi cara, casi dejándome sin aire. No obstante, yo seguía y ella cada tanto largaba mi miembro y notaba sus estertores. Cuando retomaba su tarea, lo hacía con más fuerza, recorriendo más la extensión de mi miembro.

Hubo un momento que ella se detuvo y lanzó su cuerpo al costado. La escuché decir:

“Pará, pará, ya está”. Sonaba agitada.

Le pregunté si había cumplido con mi tarea, a lo que respondió afirmativamente. A mi me dio la sensación que no, que evitó acabar. Es mi idea y no sería criticable en lo absoluto. Ella tenía varios clientes aún por recibir. Si acababa por ahí la minaba en su capacidad de trabajo. Comprensible y atendible. El tema, no menor, era que yo tampoco.

Retomé el tema de los besos, mejoraron si, pero no logré en ningún momento besos apasionados. Me da la sensación que esos, los especiales, ya están asignados. También es entendible y comprensible; por eso no debe tomarse como crítica. Por otro lado, su mirada era pícara y dulce; se había limpiado. Estaba en sintonía conmigo.

Tras una breve charla besos, le pedí de seguir con mi tarea. Yo seguía con la idea inclaudicable de hacerla llegar. Me dio que estaba sensible y, sin decirle nada bajó ella solita y retomó su tarea. La situación para mi mejoró. Estaba ahora en primera fila viendo bailar al Bolshoi de Moscú, a Arthur Rubinstein interpretando los nocturnos de Chopin, a JUlian Bream interpretando a los preludios de Villa Lobos o a Izthak Perlman interpretando a las sonatas de Bach. Todo el repertorio que había echo un rato antes Sarita, ahora además de sentirlo, lo podía ver. Por momentos me taladraba son sus ojos claros. En otros, me fustigaba con su lengua el glande, en otros lamía mi miembro de abajo a arriba y de arriba abajo como si fuese un pintor con una brocha, en otros se zambullía en una garganta profunda, en otros sujetaba con sus labios mi miembro y con la lengua lo masajeaba. La dejé hacer. ¿Era justo que rompiese ese momento de arte maravillosa?. Además, con la boca en esa tarea, no me iba a lanzar ninguna frase lapidaria.

Con semejante tratamiento, estaba muy excitado; sabrán entenderme. Sin embargo, le pregunté si estaba más relajada abajo. Ante su afirmativa, me lancé a la tarea de demostrar mi repertorio, ante su sorpresa comencé con un oral como para empatar. Estuve mucho menos y, esta vez ella me pidió que corte “para preguntarme si no quería coger”. Me levanté como un resorte en búsqueda de los profilácticos y, al regresar la miré. La mirada de ella era diferente. No sé cómo definirla de manera exacta. Era una mezcla de excitación, dulzura y lasciva. Mientras trataba de abrir el sobre, ella se reincorporó y comenzó a besarme el cuello, sin que se lo pida. Me pareció un gesto muy tierno por parte de ella. Calzamos y le pedí que se suba sobre mí.

Volvió a sorprenderme. Hizo alarde de varias posiciones: con ambas rodillas y sus manos apoyadas sobre el colchón, con ambas rodillas sobre el colchón y sus manos sobre mi torso, con ambas rodillas apoyadas sobre el colchón y sus manos sobre el colchón pero detrás de ella, de frente con una pierna flexionada apoyando su rodilla derecha y el pie izquierdo sobre el colchón, de frente en cuclillas, dándome la espalda. Al principio, al ingresar cerró sus ojos y emitió un gemido y comenzó sus movimientos al compás del ritmo del reguettón que estaba sonando como música de fondo. Tras el curso del cambio de posiciones, como debía llegar a destino, la hice sentarse delante de mi, le acomodé sus manos sobre mi pecho y le dije escuetamente “Cojeme sin asco”. Quedaron atrás los virtuosismos de cadera y el increíble cambio de posiciones de Sara, se olvidó del ritmo de reguettón y pasamos un prestissimo. Atrás quedó ese sexo, si se quiere sensual. Ahora era un tornee de forcé, era sexo sin tregua, con movimientos furiosos. Ella abría los ojos con un gesto como sorprendida, quizá pensando que en cualquier momento nos descalabrábamos. Yo la tomaba de la porción superior del hueso sacro para evitar que en esa furia de sexo se zafara y terminara (yo) en el Hospital de Clínicas. Era sexo salvaje, sin rodeos, sin dar ni pedir tregua. Tras un largo rato noté que Sarita mermaba en la intensidad de sus embestidas. Era lógico, estaba exhausta; pero el profe no lograba encontrar la pista de aterrizaje. Me incorporé, sin soltar su cintura y comencé yo a sacudirla, ayudando a la violencia de los movimientos. Estábamos abocados a una loca carrera contra reloj. Y el profe seguía ahí, obteniendo que mi espalda comenzara a recriminarme la postura. la edad y la faena. Me quité el preservativo y seguí con el tournée de force, pero esta vez manual. Ella colocó su rostro sobre mi miembro, esperando mi descarga seminal con la boca abierta. Le pedí que se acostara a mi lado y que me besara. Mi brazo, cansado, seguía en la tarea de manera absolutamente violenta. Ella, gemía a mi lado solamente, mirando mi miembro de manera expectante.

En un momento le pedí que me abrace fuertemente, lo cual hizo y estallé. En realidad exploté, sin miramientos ni tapujo alguno. No emití sonidos, pero sentí que se me salía el corazón del cuerpo. Solo escuché un gritito de sorpresa de Sara y exclamar: “Cuánto largaste”.

Yo abrí los ojos cuando sentí algo húmedo que recorría mi abdomen. Era Sara con una toalla húmeda de marca Huggies que procuraba limpiarme. Recién ahí pude comenzar a balbucear algo, no muy coherente, pero a retornar al mundo. Sentía que el corazón se me salía por la boca. Ella seguía a mi lado y manifestaba asombro por la cantidad de líquido vertida. “No me acordaba que terminarás así”. Esa cantidad hasta ahora era patrimonio de Micol SI, de la negra Tania y de Floppy de mimosas.

Luego manifestó lo siguiente, lo cual me sabrán comprender que no es con intención de cancherear. “No me acordaba que practicaras sexo oral tan bien”.

“No te acordás porque no te lo hice la otra vez”.

“¿Y por qué?”.

No respondí.

“La próxima vez, me lo volvés a hacer. ¿estamos?”.

Perfecto y le di un beso mientras ella seguía limpiando mi pecho. Yo, me sentí por unos segundos como si fuese la última coca cola del Universo. Ella se retiró del cuarto a tirar las toallas usadas en mi higiene y para higienizarse ella.

Lo que quedaba de mi, se levantó del nock out técnico y reptó hacia la mesa a los fines de hidratarse con el jugo que me había traído Sara al comienzo. Creo que era de mango con algo más. Me vino de perillas para recobrarme.

Comencé a vestirme, lo cual lo hice rápidamente, ahora tenía que resolver una asignatura pendiente.

Cuando ingresó Sara trayendo un juego de sábanas limpio, me encontró sentado esperándola.

“Vení Sara, sentáte, tenemos que hablar”.

“Si, pero sentate en la silla así de paso voy cambiando la sábana”.

“Te mentí, soy el profe tumbero”. No se mostró sorprendida, ella lo sabía. Lo suponía.

Y, comenzamos una charla amistosa en donde le aclaré que no ventilé nada respecto a su intimidad y cómo fueron las cosas. Ella reconoció que dentro de una experiencia de otro colega, no había sido yo el que ventiló cuestiones particulares.

Le dije que había escrito respecto al diálogo que habíamos tenido en donde me preguntaba si era delincuente, pistolero, policía y que ese interrogatorio obedecía a mis facciones. Insistió nuevamente que mi cara mete miedo. Me explicó que ella era de verdad independiente, dándome explicaciones, que no voy a ventilar. Me pidió disculpas por la vez que me dejó de seña y me brindó una explicación respecto a lo que pudo haber pasado. Digamos que limamos asperezas.

Pasé al baño, para lavarme las manos y enjuagarme la boca. Al salir, la recepcionista me esperaba y Sara me encajo un beso de despedida.

Tabla:

Cuerpo: 8.

Cara: 9. A mi me gusta mucho sus facciones y cuando sonríe. Sus ojos son muy hermosos.

Pelo: 9,50.

Sexo oral: 9.50. Sin y es HEF. Tiene una riqueza de recursos asombrosa.

Acto sexual: 9.50. Cambio de posiciones, movimiento de cadera, muy bueno.

Besos: El punto, a mi entender, más flojo.

Cola: Creo que no entrega. Es linda, pero me gustan de otro tipo.

Honorarios: 600 la hora (la media creo que 400 pesos).

Barrio: Abasto.

Reincidencia: Si, es muy probable.

Aconsejable: Yo la recomendé a amigos que no pertenecen al foro.

Onda: fuera de los inconvenientes que tuvimos y que saldamos: 8.50. La cifra de diez la tiene asignada Floppy y la de 9.50 Antonella BG.

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Re: Sara, BG.

 

Usted no se parecerá al del dibujo o, al menos, no correrán por su sangre algunos genes?

 

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Mi estimado, en una narrativa de casi un centenar de renglones plasmó un encuentro de una hora con la guaraní Sara y si no fuera porque James Joyce lo precedió diría que usted es el Leopold Bloom de su obra cumbre.

Creo, Profe, que encuentra lo que pocos: disfruta el garching y vuelve a disfrutarlo en su narrativa posterior.

Como compartimos como casi favorita a Floppy no lo voy a putear mucho por mencionarle el foro a la nena...como están encima de lo que se pone sobre ellas, eh.

Un placer leerlo, como siempre.

P.S.: que rápido subió su reputación che, hizo como el amigo buzo que blanqueó dinero con algún administrador?

 

Me hizo reir mucho mi estimado.

No, no me parezco. Ese dibujo muestra un señor con aire bonachón. Ya sabe que tengo "aspecto intimidante".

Respecto a mi reputación, subió gracias a usted. Yo no pagué nada, salvo a las chicas por placer. Quizá, a los fines de no tener que aguantar mis reclamos, me subieron la reputación.

Y con Sara no recuerdo si la otra vez le comenté o lo dedujo ella a partir de sus recuerdos de la charla que tuvimos en la primer experiencia y respecto a mi aspecto sobre lo que pude haber escrito acá. No puedo dar detalles al respecto, pero no fue a los fines de sacar ventaja en el trato, aunque tal vez la haya obtenido sin proponérmelo. Igualmente, como estaba ofendida conmigo podría haber salido con las patitas para adelante.

Un fuerte abrazo

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  • Miembro

Re: Sara, BG.

 

Querido, profe, no quiera arreglarlo una cosa es ser intimidante y otra es , “Si, el hombre que posee cara de maldito”. Palabras textuales x usted, jajja con mi respeto no pare de reir y sigo con la risa, muy buena, exp.... podrias pasarme datos, x pv, habra que catar a la nena, como estan las paraguayas , esplotan con su garchin, hay que hacer un rankin. ?

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  • Miembro

Re: Sara, BG.

 

Querido, profe, no quiera arreglarlo una cosa es ser intimidante y otra es , “Si, el hombre que posee cara de maldito”. Palabras textuales x usted, jajja con mi respeto no pare de reir y sigo con la risa, muy buena, exp.... podrias pasarme datos, x pv, habra que catar a la nena, como estan las paraguayas , esplotan con su garchin, hay que hacer un rankin. ?

 

Mi estimado enamoradizo:

No pretendo arreglar nada, ni tan siquiera mi cara. La señorita dijo que tenía cara de maldito, por fortuna no dijo que era un maldito. Y, los malditos, de una manera u otra, son intimidantes y de cuidado. Ahora, tan intimidante no debo ser, que la señorita me dijo lo que me dijo (ahora si la estoy tratando de remar un poco sino me voy a tener que conseguir una careta).

Para contactar a la señorita, el gran colega CatsLeaks -que junto a Elpotas- conforman el cuadro de la memoria infinita, colocó el link adonde ubicar a la cuñatai pora.

Respecto a armar un listado, hay varias que me gustaría catar, a los fines de armar una lista con conocimientos acabados. Sin embargo, muy dificilmente se logre desbancar a Floppy del primer lugar y a Bella de Tacos del segundo.

Un abrazo.

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  • Miembro

Re: Sara, BG.

 

experiencia con sara bg.

 

hacé como dice el refrán popular:

“como con las lentejas, si te gustan bien, sino las dejas”.

como siempre, yo escribo extenso, trato de brindar al detalle mis observaciones para que te sean útiles mis experiencias. Si te sirve leéla, sino nadie te obliga y seguí por otros lados. Si te vas, un abrazo; si seguís, te llevás información de la señorita y mi abrazo al final

 

si bien en estos momentos su aviso no se encuentra vigente, cosa que ni ella misma puede explicar qué pasó con su aviso, decidí poner la experiencia en este subforo. Por un lado, es muy joven y por el otro es una de las escort más conocidas.

En realidad es una reincidencia debido a que con ella estuve hace como dos años, sino más. Para ese entonces trabajaba en el mismo edificio de la calle sánchez de bustamante y guardia vieja (barrio del abasto). Intenté reincidir con ella en su momento, me dejó de seña, me enojé y le hice la cruz. No obstante, a pesar de haberme dejado de garpe, la recomendé a amigos colegas e incluso dentro del foro remarqué que es una buena opción si se busca una señorita joven, sexy, originaria del paraguay, simpática, con buen servicio y con aranceles sensatos.

Y en coherencia con el barrio, tras llamarla y encontrar afortunadamente que tenía un hueco en su agenda, me fui canturreando el tango de don carlos “volver”.

Al llegar bajó a abrirme la secretaria, recepcionista, amiga. Tras ingresar al departamento, a pesar que sara me dijo que era el mismo y que antes lo tenía subdividido por tabiques, me pareció muy diferente. En este caso el departamento me gustó mucho más como se encuentra actualmente. La chica recepcionista me acompañó al cuarto y el viejo ritual:

“ponéte cómodo, fulanita (en este caso sara) ya viene”. Opcional, a veces te ofrecen de pasar al baño, cosa que no ocurrió en este caso.

Mientras esperaba a sara, como niño obediente me fui poniendo cómodo. Dejé mi ropa sobre un perchero (si, para mi sorpresa tiene uno) y sobre una silla. Saqué el dinero correspondiente al pago de una hora por su compañía (600 $) colocándolo sobre una mesa quedando bajo la custodia de varios peluches y velas. Y me aboqué a contemplar el escenario que me rodeaba. Una amplia cama, un plasma (o lcd, para mi televisor de esos modernos chatito) dispuesto sobre un soporte amurado a la pared, música de reguettón que salía de un equipo de música chiquito, una linda bici indoor (bici fija).

Al rato entró ella, enfundada en un traje de lencería color rojo y unas medias del mismo color. Como novedad para mi, su pelo está de color negro azabache. Una larga cabellera hermosa, sus hermosos ojos claros que algunos señalan como grises y que para mi son celestes claros y una piel nívea. La noté un poquito más rellena, más que nada de cadera. Nada excesivo, pero da la sensación que posee cierta tendencia a engordar y que para mantener esa figura, hay que hacer un esfuerzo. Muy sexi, total y absolutamente aprobada.

Al verme la noté con la mirada un tanto dura. Le comenté que yo había estado con ella. Ella, con un tono amable me dijo que sí, que se acordaba de mí. La dulzura que se señala de las mujeres paraguayas en innumerables canciones folklóricas, dejó paso al frío acero quirúrgico alemán. Su lengua, cual escalpelo, me respondió lo siguiente:

“si, el hombre que posee cara de maldito”.:ojotes:

 

 

 

 

 

 

 

:ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes::ojotes:

 

 

Me hizo puré de movida. Me dejó perplejo e inmediatamente respondí, con la intención de no mostrarme molesto, ni aturdido:

“pero qué memoria tenés. ¿podría pasar al baño?”.

“si claro” y procedió a buscarme una toalla y a señalarme la dirección del cuarto de baño, rematando con: “cómo me voy a olvidar de tu cara”. En mi viaje al baño, en mi cabeza retumbaba la voz de don osvaldo principi que decía: “sara madura el nock out amigos”.

E inmediatamente salí desesperado en rumbo al baño con una toalla con una blancura correcta que me alcanzó sara. Entre el frío reinante, los diuréticos y las frases lapidarias de sara, juro que mi miembro que había ingresado al departamento con cierto entusiasmo, decayó en interés. Dicho en otras palabras, me lo dejó fláccido. Tan mustio como una rosa cortada hace varios días.

Luego de orinar, cosa que fue muy placentera, procedí a lavarme. El compañero de ruta se declaraba como en estado de huelga. Pensé, con cierta preocupación, tendrá solución esto. Me miré al espejo del botiquín y a los fines de desdramatizar me dije: “lo de abajo seguro porque ella va a saber como hacer para reencauzar la tarea; lo de arriba quizá con cirugía plástica”. Me sequé y salí al ruedo nuevamente.

Al llegar al cuarto, ella se había ido. El dinero, que le había señalado que era para ella, no estaba y, me senté sobre la cama a esperarla.

Al rato ingresó ella y tras cerrar la puerta, observé sobre la zona lumbar un tatuaje.

Inmediatamente me preguntó:

“¿cómo estás?”. A la vez que dejaba una copa con un jugo de color naranja.

“bien” y sin terminar la frase me siguió preguntando:

“¿qué te hizo volver?. ¿cuánto tiempo pasó que estuviste?”.

Comenzamos a hablar respecto a las modificaciones del departamento y en función de esto dedujimos que fue en el 2013. No obstante, la notaba con una mirada tensa, como molesta. Ella, se colocó parada delante de mi, de manera tal que sus senos quedaron a la altura de mi cara. Me levanté y busqué su boca. Sus besos son de lengua. Ella la asoma un poco, pero no me resultaban efusivos. Cada tanto miraba su hermoso rostro y mantenía su mirada tensa. No cerraba sus ojos. A los fines de indagar que podía estar sucediendo, mientras la ayudaba a quitarse el soutien, mencioné que hacía rato que no leía una experiencia de ella en el foro.

¡achalay, era eso!. Ella molesta con ciertas experiencias tanto las publicadas en baires como las de acá. Y ahí la comencé a ligar.

“en ese foro hay un loco que se llama profe tumbero que me hizo mala fama, que no soy independiente y no sé cuántas cosas más”.

“huy, en que quilombo me metí. ¿cómo hago para seguir con esto ahora?”. Obviamente esto lo pensé.

“vos no serás ese hombre, porque no sé si sos vos u otro cliente, que tras aparecer esas cosas en el foro, dejó de venir”. Lanzó enojada la señorita.

Y comenzó con que había violado datos que me brindó en la intimidad.

Ahora si mis amigos, sarita lo tenía al profe contra las cuerdas. Todas las tarjetas ya le daban por perdedor al profe. Incluso buscaba la toalla que un rato antes me había dado sara para tirarla. ¡qué brete!, me caigo y me levanto. ¿cómo sigo ahora?. La única manera apropiada para seguir avanzando, era la de retroceder. Irónico, paradójico, todo eso y mucho más, pero decidí retroceder para abroquelarme donde pueda y luego tratar de manejar la situación. Responderle de guapo o compadrito: “si soy yo y qué”, habría sido lo peor. Seguramente me habría devuelto la guita, me habría despedido con un boleto para que vaya a mi casa a visitar a doña manuela. El desafío estaba planteado.

Escuetamente le dije: “no, pero después hablamos”.

Eso, sin embargo no atemperó su molestia y contraatacó.

“yo no entiendo esos hombres, como ese, que piden onda wachiturra o cosas extrañas”. Acá no sabía si lo decía por mí, pero decidí abortar el tema porque sino la cosa se iba tornando espesa (para mi). Supongo tal vez que la ambigüedad obedecía a una estrategia de sacarme de mentira, verdad. Por ahí estoy hilando demasiado fino, debido al sesgo profesional.

“y ocurre que hay de todo en la viña del señor”. Acto seguido, el profe la recostó y comenzó a besarle sus pechos. A buscar su boca. Seguía tensa la cosa. A los fines de echar mano en mi último recurso para reflotar la situación, le quité la porción inferior de su traje. Procedí a consultarle si podía comenzar un oral, que por fortuna accedió.

Ella recostada sobre su espalda, abrió sus piernas lo justo y necesario. Y de manera artesanal, tal como un orfebre, me aboqué a la tarea de mejorar la atmósfera. Ella comenzó a sonreír y a aflojarse, señal inequívoca que la cosa cambiaba de cara. Solamente había un detalle, no menor, insoslayable, preocupante de seguir sosteniéndose en el tiempo, por lo tanto angustiante; mi miembro seguía con la intención de mantenerse en huelga de grosor y dureza mínimos. Estaba en punto muerto y la carrera hacia tiempo que había largado.

Era imperioso resolver este punto, claro está. Me recosté y le propuse seguir con la tarea, pero en posición diferente. Esta vez, ella sobre mi. Al tomar posiciones sara sorprendida exclamó:

“huy no está duro”, tomando mi miembro y sacudiéndolo como si fuera una banderita en fiesta patria.

“y, vos sabés que podés hacer por él. ¿no es cierto?”. Me callé y seguí de manera tozuda con mi tarea de masajear su clítoris. Ella, se rió y comenzó con un excelente sexo oral. Ella lanzó un amplio repertorio: Garganta profunda, lámidas de todo tipo, escupidas, suaves mordiscos, etc. No se cuánto tiempo estuvimos en esa posición, al rato cambiamos por ponernos de costado, pero con la misma tarea. Luego volvimos a la posición de ella sobre mi. Se me hacía largo y ya quería poseerla. Se lo planteé, pero ella no abandonaba a mi miembro, que ya estaba como boy scout, listo y dispuesto. Ella no aflojaba y decidí seguir con lo mío. Comencé a notar que su zona sacro lumbar comenzaba a moverse hacia arriba y abajo y que esos movimientos iban ganando en intensidad. Esto me llevó a pensar que estaba por acabar, pero ahí me dio la sensación que quería salir. La atenacé desde la cintura con mis brazos, sin brindarle posibilidad de escapatoria y me aboqué, a pesar de mi cansancio, a seguir con la tarea de hacerle alcanzar el climax. Al principio trató de zafar; luego ante mi férrea postura aflojó y largó su cadera sobre mi cara, casi dejándome sin aire. No obstante, yo seguía y ella cada tanto largaba mi miembro y notaba sus estertores. Cuando retomaba su tarea, lo hacía con más fuerza, recorriendo más la extensión de mi miembro.

Hubo un momento que ella se detuvo y lanzó su cuerpo al costado. La escuché decir:

“pará, pará, ya está”. Sonaba agitada.

Le pregunté si había cumplido con mi tarea, a lo que respondió afirmativamente. A mi me dio la sensación que no, que evitó acabar. Es mi idea y no sería criticable en lo absoluto. Ella tenía varios clientes aún por recibir. Si acababa por ahí la minaba en su capacidad de trabajo. Comprensible y atendible. El tema, no menor, era que yo tampoco.

Retomé el tema de los besos, mejoraron si, pero no logré en ningún momento besos apasionados. Me da la sensación que esos, los especiales, ya están asignados. También es entendible y comprensible; por eso no debe tomarse como crítica. Por otro lado, su mirada era pícara y dulce; se había limpiado. Estaba en sintonía conmigo.

Tras una breve charla besos, le pedí de seguir con mi tarea. Yo seguía con la idea inclaudicable de hacerla llegar. Me dio que estaba sensible y, sin decirle nada bajó ella solita y retomó su tarea. La situación para mi mejoró. Estaba ahora en primera fila viendo bailar al bolshoi de moscú, a arthur rubinstein interpretando los nocturnos de chopin, a julian bream interpretando a los preludios de villa lobos o a izthak perlman interpretando a las sonatas de bach. Todo el repertorio que había echo un rato antes sarita, ahora además de sentirlo, lo podía ver. Por momentos me taladraba son sus ojos claros. En otros, me fustigaba con su lengua el glande, en otros lamía mi miembro de abajo a arriba y de arriba abajo como si fuese un pintor con una brocha, en otros se zambullía en una garganta profunda, en otros sujetaba con sus labios mi miembro y con la lengua lo masajeaba. La dejé hacer. ¿era justo que rompiese ese momento de arte maravillosa?. Además, con la boca en esa tarea, no me iba a lanzar ninguna frase lapidaria.

Con semejante tratamiento, estaba muy excitado; sabrán entenderme. Sin embargo, le pregunté si estaba más relajada abajo. Ante su afirmativa, me lancé a la tarea de demostrar mi repertorio, ante su sorpresa comencé con un oral como para empatar. Estuve mucho menos y, esta vez ella me pidió que corte “para preguntarme si no quería coger”. Me levanté como un resorte en búsqueda de los profilácticos y, al regresar la miré. La mirada de ella era diferente. No sé cómo definirla de manera exacta. Era una mezcla de excitación, dulzura y lasciva. Mientras trataba de abrir el sobre, ella se reincorporó y comenzó a besarme el cuello, sin que se lo pida. Me pareció un gesto muy tierno por parte de ella. Calzamos y le pedí que se suba sobre mí.

Volvió a sorprenderme. Hizo alarde de varias posiciones: Con ambas rodillas y sus manos apoyadas sobre el colchón, con ambas rodillas sobre el colchón y sus manos sobre mi torso, con ambas rodillas apoyadas sobre el colchón y sus manos sobre el colchón pero detrás de ella, de frente con una pierna flexionada apoyando su rodilla derecha y el pie izquierdo sobre el colchón, de frente en cuclillas, dándome la espalda. Al principio, al ingresar cerró sus ojos y emitió un gemido y comenzó sus movimientos al compás del ritmo del reguettón que estaba sonando como música de fondo. Tras el curso del cambio de posiciones, como debía llegar a destino, la hice sentarse delante de mi, le acomodé sus manos sobre mi pecho y le dije escuetamente “cojeme sin asco”. Quedaron atrás los virtuosismos de cadera y el increíble cambio de posiciones de sara, se olvidó del ritmo de reguettón y pasamos un prestissimo. Atrás quedó ese sexo, si se quiere sensual. Ahora era un tornee de forcé, era sexo sin tregua, con movimientos furiosos. Ella abría los ojos con un gesto como sorprendida, quizá pensando que en cualquier momento nos descalabrábamos. Yo la tomaba de la porción superior del hueso sacro para evitar que en esa furia de sexo se zafara y terminara (yo) en el hospital de clínicas. Era sexo salvaje, sin rodeos, sin dar ni pedir tregua. Tras un largo rato noté que sarita mermaba en la intensidad de sus embestidas. Era lógico, estaba exhausta; pero el profe no lograba encontrar la pista de aterrizaje. Me incorporé, sin soltar su cintura y comencé yo a sacudirla, ayudando a la violencia de los movimientos. Estábamos abocados a una loca carrera contra reloj. Y el profe seguía ahí, obteniendo que mi espalda comenzara a recriminarme la postura. La edad y la faena. Me quité el preservativo y seguí con el tournée de force, pero esta vez manual. Ella colocó su rostro sobre mi miembro, esperando mi descarga seminal con la boca abierta. Le pedí que se acostara a mi lado y que me besara. Mi brazo, cansado, seguía en la tarea de manera absolutamente violenta. Ella, gemía a mi lado solamente, mirando mi miembro de manera expectante.

En un momento le pedí que me abrace fuertemente, lo cual hizo y estallé. En realidad exploté, sin miramientos ni tapujo alguno. No emití sonidos, pero sentí que se me salía el corazón del cuerpo. Solo escuché un gritito de sorpresa de sara y exclamar: “cuánto largaste”.

Yo abrí los ojos cuando sentí algo húmedo que recorría mi abdomen. Era sara con una toalla húmeda de marca huggies que procuraba limpiarme. Recién ahí pude comenzar a balbucear algo, no muy coherente, pero a retornar al mundo. Sentía que el corazón se me salía por la boca. Ella seguía a mi lado y manifestaba asombro por la cantidad de líquido vertida. “no me acordaba que terminarás así”. Esa cantidad hasta ahora era patrimonio de micol si, de la negra tania y de floppy de mimosas.

Luego manifestó lo siguiente, lo cual me sabrán comprender que no es con intención de cancherear. “no me acordaba que practicaras sexo oral tan bien”.

“no te acordás porque no te lo hice la otra vez”.

“¿y por qué?”.

No respondí.

“la próxima vez, me lo volvés a hacer. ¿estamos?”.

Perfecto y le di un beso mientras ella seguía limpiando mi pecho. Yo, me sentí por unos segundos como si fuese la última coca cola del universo. Ella se retiró del cuarto a tirar las toallas usadas en mi higiene y para higienizarse ella.

Lo que quedaba de mi, se levantó del nock out técnico y reptó hacia la mesa a los fines de hidratarse con el jugo que me había traído sara al comienzo. Creo que era de mango con algo más. Me vino de perillas para recobrarme.

Comencé a vestirme, lo cual lo hice rápidamente, ahora tenía que resolver una asignatura pendiente.

Cuando ingresó sara trayendo un juego de sábanas limpio, me encontró sentado esperándola.

“vení sara, sentáte, tenemos que hablar”.

“si, pero sentate en la silla así de paso voy cambiando la sábana”.

“te mentí, soy el profe tumbero”. No se mostró sorprendida, ella lo sabía. Lo suponía.

Y, comenzamos una charla amistosa en donde le aclaré que no ventilé nada respecto a su intimidad y cómo fueron las cosas. Ella reconoció que dentro de una experiencia de otro colega, no había sido yo el que ventiló cuestiones particulares.

Le dije que había escrito respecto al diálogo que habíamos tenido en donde me preguntaba si era delincuente, pistolero, policía y que ese interrogatorio obedecía a mis facciones. Insistió nuevamente que mi cara mete miedo. Me explicó que ella era de verdad independiente, dándome explicaciones, que no voy a ventilar. Me pidió disculpas por la vez que me dejó de seña y me brindó una explicación respecto a lo que pudo haber pasado. Digamos que limamos asperezas.

Pasé al baño, para lavarme las manos y enjuagarme la boca. Al salir, la recepcionista me esperaba y sara me encajo un beso de despedida.

tabla:

cuerpo: 8.

Cara: 9. A mi me gusta mucho sus facciones y cuando sonríe. Sus ojos son muy hermosos.

Pelo: 9,50.

Sexo oral: 9.50. Sin y es hef. Tiene una riqueza de recursos asombrosa.

Acto sexual: 9.50. Cambio de posiciones, movimiento de cadera, muy bueno.

Besos: El punto, a mi entender, más flojo.

Cola: Creo que no entrega. Es linda, pero me gustan de otro tipo.

Honorarios: 600 la hora (la media creo que 400 pesos).

Barrio: Abasto.

Reincidencia: Si, es muy probable.

Aconsejable: Yo la recomendé a amigos que no pertenecen al foro.

Onda: Fuera de los inconvenientes que tuvimos y que saldamos: 8.50. La cifra de diez la tiene asignada floppy y la de 9.50 antonella bg.

perdon no es una casa vieja de sanchez de bustamante al 500?

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  • Miembro

Re: Sara, BG.

 

La maldad es una invención del ser humano para dominio del mas débil... y volviendo a la lista bella? Cual bella? Floppy esta en mi lista ahora que haga un hueco en mi tiempo libre , le doy un repaso y con firmo tu ranki n., cual bella? Alguna experiencia relatada?

No estoy de acuerdo con su visión de la maldad.

Bella de Tacos Altos que tiene muchas experiencias. Hasta yo mismo subí una. Busque pelao, sea recursivo.

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  • Miembro

Re: Sara, BG.

 

Profe tumbero

Lo felicito por su re encuentro con Sara. Muy entretenido su relato.

Coincido con usted, Sara es hermosa y tiene un buen servicio. Yo hace mucho que no la visito, debido a algunas cuestiones que hemos comentado hace tiempo ya.

Leyendo su experiencia me vinieron a la memoria muchos buenos momentos y la verdad que me decidieron por una pronta reincidencia.

Saludo

Cisco

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  • Miembro

Re: Sara, BG.

 

Hola, Profe. Lo felicito por su xp con Sara. Muy entretenido relato. Qué bueno que pudo aclarar la confusión. Confieso que hasta me dio algo de envidia el hecho de que a Sara le haya gustado tanto el oral que ud. le practicó. La próxima vez que la vea -que espero sea muy pronto- me voy a esmerar para ver si me dice lo mismo que a ud. Me vuelve loco esta nena, me gusta tanto que no puedo durar lo mismo en el garching como con otras (con algunas, puedo serruchar sin parar por hasta 40 minutos o más, pero con ella, me calienta tanto que nunca supero los 10'). Coincido en que si se soltara aun más con los besos su servicio sería un diez inapelable (ni qué decir si entregara esa colita). Como siempre, un placer leerlo.

Abrazo.

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  • 2 semanas más tarde...
Invitado albert_matanza

Re: Sara, BG.

 

Hola Profe, destaco su relato y la manera en la q pudo disfrutar de la xp. No obstante me tira para atrás el tema de los besos, y aún ud dice o me da a entender q hay q ser Bradd Pitt para recibir esos besos q uno quiere.

También en algunos momentos note en su relato como q estaba incómoda y eso a mi me baja la libido y me dan ganas de irme. Igual si ud la paso bien a pesar de algunos tropezones lo comprendo y es un aporte importantísimo para el foro. Saludos y envidio sanamente su expresión en cada xp. Suerte

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  • 1 mes más tarde...
Guest
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